La noche del 8 de diciembre de 2018, quedará en la memoria histórica y política de México por haber sido una noche negra para las decisiones del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en la política poblana y a nivel nacional.
Lo mismo ocurrió con la noche 7 de septiembre de 2006, cuando el mismo Tribunal declaró válida la putrefacta elección como Presidente Electo de México a Felipe Calderón Hinojosa.
Ambos hechos revelan una larga noche de decisiones electorales en favor de actores y en contra de la sociedad.
En 2018, con cuatro votos contra tres, el TEPJF resolvió que, a pesar de las constantes violaciones a la cadena de custodia de la paquetería electoral, la violencia exacerbada y el uso del aparato gubernamental en su conjunto, Martha Erika Alonso sería declarada gobernadora de Puebla en medio de irregularidades graves que justificaban una posible anulación de la elección por la gubernatura de Puebla.
Aquella noche, la propia presidenta del Tribunal, Janine Otálora, enunció un sinnúmero de irregularidades que acreditaban el posible rebase de topes de gastos de campaña, el uso indebido de los medios de comunicación, la presunta adquisición ilegal de tiempo-aire en los medios, la violencia generalizada y la intromisión del gobierno del estado, además de que los videos exhibían que la cadena de custodia había sido vulnerada de manera reiterada y flagrante. Pese a ello votó en contra de la anulación.
En Puebla, seis vidas que fueron privadas en el marco del proceso electoral 2018, no valieron para que los Magistrados pusieran por delante la imagen de la gente pecho tierra en escuelas de la junta auxiliar de San Francisco Totimehuacán, a su buenas formas y modos.
Por supuesto que el caso Puebla se unió a las resoluciones que este mismo grupo de integrantes avaló con respecto de las impugnaciones sobre los casos Coahuila y Estado de México, en los que se ha demostrado que se puede hacer de todo, incluso matar, al amparo de las leyes electorales.
Esa fue la misma tónica de la sesión de este 14 de octubre de 2020, en la que se le otorgó registro al PES, una fachada de lo que fue el repudiado y cargado de dogmas religiosos Partido Encuentro Social. También a los trásfugas del elbismo priista unificados mediante las Redes Sociales Progresistas una encarnación roja, blanca y negra del turquesa Nueva Alianza o en las rémoras que se asoman al partido de Pedro Haces, Fuerza Social por México.
A veces la ley no es justa, y coincido con el analista Fabrizio Mejía “¿Por qué insistir en darle registro a un partido como el PES, que ya fue descartado por los electores?”.
También el comportamiento de la Sala Superior es vergonzante al permitir que el Magistrado Reyes Rodríguez Mondragón, decida sobre los hechos cuando es sabida su relación cercana con Margarita Zavala y el calderonismo en general.
De las presiones y tramas ocultas, mejor ni hablamos.
Aunque, esta noche México Libre no va.
@Olmosarcos_
Máscaras por Jesús Olmos