Bielorrusia, país de la Europa Oriental, vive una coyuntura inédita que mantiene en vilo la permanencia del Presidente en el cargo desde hace 26 años. Dato curioso de la coyuntura sanitaria: se trata de una de las pocas naciones del mundo que no impuso una cuarentena estricta por la pandemia del Covid-19, lo que fue duramente criticado por la oposición.

Su capital, Minsk, es más antigua que Moscú. Hay registros históricos que la mencionan desde el año 1067. Su fiesta nacional más importante, se celebra el 9 de mayo, el Día de la Libertad, celebrando el fin de la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial. Es el décimo mayor exportador de quesos del mundo y tiene dos idiomas oficiales, el belaruso y el ruso, el primero sólo se estudia en la escuela, pero las clases, así como la documentación oficial, se imparten en ruso, pues un fiel amigo del Kremlin.

Ahora bien, sobre el mayor conflicto que vive el territorio que formó parte de la Unión soviética: Luego de 26 años en el poder, se anunció la reelección de Alexander Lukashenko el pasado 9 de agosto, un polémico resultado que los opositores señalan como fraude electoral, lo que provocó masivas manifestaciones por todo el país, que han sido fuertemente reprimidas por el régimen, dejando a miles de personas detenidas.

Los resultados le dieron a Lukashenko más del 80% de los votos, la candidata de oposición, Svetlana Tijanóvskaya huyó del país tras la noticia y la Unión Europea se niega a reconocer esta reelección, y nueve países (Polonia, República Checa, Estonia, Letonia, Lituania, Dinamarca, Alemania, Austria y Suecia) piden sanciones tras las elecciones de agosto y por la represión en contra de los manifestantes.

Lukashenko fue el único miembro del Partido Comunista de la antigua URSS que votó en contra de su disolución, y tras la caída del comunismo mantuvo varias estructuras y monumentos del pasado soviético.

Durante su Gobierno, la prensa está controlada y la oposición ha sido ampliamente reprimida, según diversas ONGs.

LEG

Ver nota original