¿Qué pasa cuando les preguntan a los ciudadanos de una posible alianza que sume a los partidos PRI, PAN y PRD en un solo bloque y que, además, los patrocine un magnate de los negocios?

Pues resulta que Claudio X. González Guajardo, cuya familia es históricamente cercana al lado más oscuro del Partido Revolucionario Institucional, ha convocado, atraído y luego sentado a la mesa a los dirigentes de los partidos Revolucionario Institucional, Acción Nacional y de la Revolución Democrática.

Una segunda versión del Pacto por México, cocinada por intereses empresariales afectados, sazonada con los argumentos más antidemocráticos de nuestra historia y aderezados con las organizaciones de la extrema derecha mexicana más intolerantes, han decidido venderse en las urnas como una opción renovada y fresca para hacerle frente a todos los males que se ufanaron en ahondar durante la larga noche en la que gobernaron nuestra patria en deconstrucción.

Como buen mago, este nuevo benefactor (antes crítico de estos mismos partidos que hoy busca), ha aprendido a usar los medios para vender sus políticas (De Panzazo 2012) y a través de ellos posicionarse y/o posicionar sus temas como parte de la agenda política nacional.

Sin embargo, este nuevo grupo de tinte fascista antiderechos, no contaba con que sus aliados instalados en “la cúpula de cúpulas”, serían expuestos como han sido siempre: partidos sin ideología, sin causas, alejados de la realidad y con intereses supra nacionales.

El PRI, por ejemplo, confirma su vuelco irreversible a la derecha abandonando las causas que lo vieron nacer. El PAN confirma su posición pragmática con su legado de muerte. Y el PRD, cuyos pedazos todavía valen algo en pesos, no aprendió de las aventuras ideológicas de Puebla y Veracruz, donde se convirtió en tumor de los gobernantes en turno y abandonó para siempre a su militancia y a su ADN.

Aparte, los empresarios más ricos y poderosos de México, entre los que destacan expresidentes y miembros del Consejo Mexicano de Negocios, son quienes han financiado a la agrupación Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI), cuyo uso como plataforma económica, política y electoral de parte del magnate Claudio X. González Guajardo, se busca vender como el antagonista por excelencia de todo lo que huele a la llamada Cuarta Transformación.

Desgraciadamente para el señor X. González, cuando a los ciudadanos se les pregunta sobre una posible alianza que sume a los partidos PRI, PAN y PRD en un solo conglomerado y que, además los patrocine un magnate de los negocios emberrinchado por perder sus privilegios, la respuesta es: adiós al registro.

Se les avisó.

 

Máscaras por Jesús Olmos