Por décadas, los políticos de izquierda, muchos de ellos verdaderos líderes sociales, reprocharon la forma en que los legisladores orgánicos, del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el priato, y los panistas en la transición, eran literalmente unos levantadedos incapaces de ejercer sus funciones en la Cámara de Diputados o en el Senado de la República, y aprobaban sin chistar, sin cambiar ni una coma, las iniciativas del Presidente en turno.

Se reprochó entonces que las dos cámaras del Congreso de la Unión fueran apenas una “oficialía de partes” del Ejecutivo, que no existiera la división efectiva de poderes.

A décadas de distancia y luego de dar esa lucha sin tregua, esos personajes, hombres y mujeres críticos de antaño, se han convertido en lo mismo que criticaron.

Son legisladores del sistema, principalmente en San Lázaro, incapaces de modificar las iniciativas, convertidas en dictados, que llegan desde Palacio Nacional.

Lo oradores de excepción de la izquierda, como el histórico y punzante Pablo Gómez Álvarez; la rijosidad incesante de los otrora opositores, como María de los Dolores Padierna Luna; la estridencia rebelde de Alfonso Ramírez Cuéllar, por citar tres ejemplos, se extinguió.

En la actual LXIV Legislatura de la Cámara de Diputados son pólvora mojada, ecos de un pasado.

Si acaso, han quedado por ahí resabios de la ácida reflexión y la exquisita desfachatez de Porfirio Alejandro Muños Ledo y Lazo de la Vega, convertido en referencia de sí mismo en sus otros tiempos.

El grupo mayoritario del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) se convirtió en lo que tanto, desde muchas trincheras y por muchos años, sus principales integrantes criticaron.

El actual ejercicio de los diputados, que comenzó en septiembre de 2018, prácticamente ha concluido ya con la aprobación, la semana pasada, del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2021.

Después de que se clausure el actual, el 15 de diciembre, por delante quedará apenas un periodo ordinario de sesiones, del 1 de febrero al 30 abril. Luego, lo que haya ocurrido en el recinto que antes fue patio de maniobras de la estación de trenes de San Lázaro, se archivará en los cajones de la historia.

En este ejercicio se han aprobado principalmente, con notoria contundencia, las iniciativas que ha enviado el presidente Andrés Manuel López Obrador.

El PEF más reciente que lleva recortes para todas las entidades, incluido Puebla, es un ejemplo y además fue el último que aprobó esta LXIV Legislatura, pues el Presupuesto 2022, que se analizará y votará entre septiembre y noviembre del próximo año, le tocará ya a la próxima legislatura.

Encima de la mansedumbre orgánica, de los diputados del Presidente, está la incapacidad de la oposición para conformarse como contrapeso parlamentario. Esa posibilidad le queda muy grande al PAN, al PRI y a sus rémoras.

Aquella vieja aplanadora priísta de antes del año 1994 y el bloque PRI-AN del año 2000 al 2018, hoy siguen ahí, con distintos nombres e integrantes. Hoy es el buldócer lopezobradorista.

 

Piso 17 por Álvaro Ramírez Velasco