En  24 segundos quedó sepultada  la fractura que teóricamente existió entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y el gobernador Miguel Barbosa, y que alimentó el imaginario febril del conservadurismo que subyace en partidos políticos, activistas y generadores de opinión.

Terminado el acto protocolario este sábado en Tlaxcalantongo, casi tras el escenario se produjo una escena que pocos pudieron atestiguar, lejos del escrutinio de los medios y público asistente.

“Cuídese presidente, lo necesitamos”, decían al tabasqueño de andar pausado que enfiló rumbo a las vallas de metal para saludar, con sana distancia, a un puñado de serranos que se dieron cita en ese histórico lugar, enclavado en la serranía poblana.

Barbosa, también pausado, caminaba con su esposa, Rosario Orozco Caballero, nada más a cierta distancia, de manera paralela.

El presidente se les unió para caminar unos metros y antes de abordar el vehículo, un par de veces tocó afectuoso y con un dejo de camaradería el hombro izquierdo del poblano.

Luego volteó la mirada a la esposa del mandatario poblano ante quien inclinó levemente la cabeza, se llevó los brazos al pecho como una metafórica expresión de calidez y subió a la camioneta.

En la escena que posee el autor de la Parabólica se escucha a Barbosa decir: “Estamos contigo presidente, en todo, eh…”.

Muy lejos parece la escena que administradores de redes sociales, financiadas desde los búnker de los malquerientes del lopezobradorismo estimularon en junio pasado cuando en Cholula, López Obrador pasa sin extender el saludo de cortesía al mandatario poblano.  

En el fondo de la escena en el sitio en el que hace cien años fue asesinado Venustiano Carranza, este fin de semana, voces disímbolas coreaban: “Presidente, te necesitamos, estamos contigo”, “Gobernador, estamos contigo”.

Eran mujeres y hombres entusiasmados en un día habitualmente nublado en esa zona serrana que no recibía con frecuencia a gobernadores y presidentes.

La visita de López Obrador a Puebla tuvo una marcada dosis política en un contexto particularmente complejo.

No sólo por el activismo desplegado por la oposición a la Cuarta Transformación, sino por el ánimo social adverso que se expresa en redes sociales y espacios de opinión.

Ya con los procesos electorales concurrentes en Puebla y el país, el presidente había dicho previamente que no estaría todo el tiempo en Palacio Nacional en el centro de la Ciudad de México.

“No podemos estar tan cerca, abrazarnos, saludarnos como quisiéramos, pero esto ya va a pasar, va a regresar la normalidad y vamos seguir manteniendo la comunicación”, dijo López Obrador.

Escogió el territorio por encima de Nayarit, Tabasco, el Estado de México o Veracruz por razones que parecen evidentes.

De los activos que posee Morena en el país, Barbosa ha sido el gobernador que con mayor agilidad política y recursos retóricos ha salido en defensa de López Obrador en los últimos meses.

Poca sustancia informativa arrojó el trabajo desplegado por la súper delegación y el responsable Rodrigo Abdala en materia de programas sociales.

En contrario, las señales que mandaron estos dos animales políticos que han bregado hasta llegar a sus responsabilidades más altas, fueron nutriente valioso más allá de la maledicencia.

AMLO BARBOSA

AMLO BARBOSA

Parabolica.MX por Fernando Maldonado