Así como están las cosas en el Partido Acción Nacional, será más difícil para Genoveva Huerta Villegas fortalecer alianzas con sus propios liderazgos que con otras fuerzas políticas en el proceso 2021.

No sólo porque ha mantenido las puertas del Comité Estatal de Bugambilias abiertas sólo para sus incondicionales, sino por la determinación de recibir al reducto del morenovallismo, Marcelo García Almaguer.

El sábado que el Consejo Estatal le entregó facultades para comenzar a trabajar en aliarse con otros partidos políticos, incluido el Partido Revolucionario Institucional, se dejó pasar la oportunidad de emitir un extrañamiento o amonestación por el regreso de un personaje sin estatura moral ni capital político que antes coqueteó con el Movimiento Ciudadano.

Hay liderazgos que aún no olvidan la respuesta que tuvo cuando el secretario general del CEN, Héctor Larios Córdova preguntó a García Almaguer la razón por la que había votado por la designación como Gobernador interino a Guillermo Pacheco Pulido.

Respondió que se trataba de una decisión del Presidente Andrés Manuel López Obrador, y esa línea no podría ni debía contrariarla, producto de la cultura de la línea de la que abrevó desde que llegó al poder del grupo de un sólo hombre: Moreno Valle.

En enero de 2019, la propia Genoveva Huerta debió remover de la coordinación de la bancada de Acción Nacional en el Congreso local al morenovallista que luego intentaría sin éxito crear su propio grupo legislativo con otros legisladores de poca influencia y escasa convicción militante.

Públicamente había intentado explicar que la razón de su voto por Pacheco Pulido en el convulso diciembre y enero tras el deceso de la gobernadora Martha Erika Alonso y de Rafael Moreno Valle Rosas, entonces coordinador de los senadores del PAN, se debía a la necesidad de cerrar el ciclo de polarización.

El argumento parecía impecable después de la crisis postelectoral que vivió Puebla por el cúmulo de irregularidades, abusos y violencia desatada por los mapaches azules al servicio de ese grupo político que derivó en la intervención del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Había sin embargo otra versión que no fue ventilada en público, lejos del reflector y el escrutinio por la impúdica conducta del ahora arrepentido Marcelo García: su conducta proclive a servir al poderoso en turno.

Larios Córdova lo regañó, literal, en una reunión tras el deceso del matrimonio Moreno Valle-Alonso Hidalgo.

Le recordó que su obligación era defender la propuesta de Acción Nacional para dejar en el interinato a un perfil más acorde a los principios, doctrina e intereses de Acción Nacional.

La dirigencia que tiene sus manos Huerta Villegas está por vivir una auténtica revuelta interna.

Para nadie en ese partido es ajena la cercanía que mantiene con el excuñado de Moreno Valle, Fernando Manzanilla, y abrir las puertas a personajes notoriamente marcados por el pragmatismo, sin convicción militante, dejará divisionismo en momentos en que necesitarán de toda su fuerza para ser competitivos a la hora de las urnas.