Motivo de cientos de documentales, películas, reportajes, historias, leyendas, escándalos por una vida futbolística por sí misma épica, Diego Armando Maradona también fue un personaje de la política.
Polémico en cada trazo del campo, un dios al interior de él, se regodeó de la amistad de opositores al neoliberalismo y se codeo con líderes de tinte populista a los que llamó amigos.
Maradona, criticado por una vida de excesos, llevó como bandera sus continuos mensajes contra la pobreza del pueblo argentino, que fue azotado por un pequeño grupo de gente del poder que hundió económicamente al país en más de una ocasión.
Hizo enemigos poderosos, fue vapuleado por la prensa sujeta al capital. Fue juzgado, lapidado, criticado y crucificado mediáticamente. “El Diego” también fue amado al extremo, comparado con Dios, venerado como una deidad, admirado y respetado tanto por quienes compartieron su genialidad en el campo, como por quienes lo combatieron pelota a pelota.
Al ídolo argentino valiéndose de su personalidad combativa, se le recriminó por tener conciencia de clase, por ahondar en el espectro del idealismo, por sentirse al lado del pueblo, por no olvidarse de Fiorito su Barrio natal. Al 10, le recriminaron toda su vida la rebeldía, le criticaron hasta el cansancio tener una ideología, lo humillaron por ser un necio que seguía jugando a lo perdido, siempre cabalgando por la pradera izquierda.
Diego Armando dijo en su país natal que estaba a favor del impuesto a la riqueza: “En este país hay ricos y pobres. El que tiene se la guarda y el que no pide por la calle. Estoy a favor de su aplicación. Totalmente. Hay que equiparar las cosas”.
Contaba entre sus amigos a los polémicos líderes de la izquierda latinoamericana como Fidel Castro, Hugo Chávez y también al impresentable Nicolás Maduro. Estrechó lazos con Luiz Inácio Lula da Silva, en comparación de Pelé que lo hace con el Trump brasileño, Jair Bolsonaro. Abrazó al añejo líder indígena Evo Morales y alabó al candidato Andrés Manuel López Obrador a su paso por México.
“Yo le pido al pueblo argentino que apoye a este Gobierno. Que lo haga desde sus casas, desde las redes. Porque este Gobierno no es de Alberto (Fernández) y Cristina (Fernández de Kirchner). Es de todos. Ya no es más el país de ricachón y sus amigos”, lanzaba contra Mauricio Macri y se reconocía de izquierda con todas sus consecuencias.
En diciembre de 2019, el presidente izquierdista argentino Alberto Fernández le dedicó unas palabras en su cuenta de Twitter, que ya podrán resonar por la eternidad: “Aunque algunos lo llamen dios, para mí Diego Maradona es profundamente humano. Con aciertos y con errores. Como presidente, como argentino y como fana del Bicho le estaré eternamente agradecido por habernos hecho tan felices jugando a la pelota”, por jugar a la pelota como él lo hizo.
“Neoliberalismo nunca más”, dijo como despedida a Macri y hoy para despedirlo a él, solo nos resta pedir que su genio y figura, finalmente, descansen en paz.
Máscaras por Jesús Olmos