El Mundial de México 86 fue una reunión de estrellas de la década de los 80 entre las que destacaban Platini, Zico, Rummenigge, Francescoli y otros más con la gran proyección para ser confirmados como el mejor jugador del mundo, sin embargo, Maradona, el pequeño enganche de la albiceleste les ganó la carrera y dejó una postal inolvidable para la historia.

 

 

La Argentina dirigida por Bilardo se fue encaminando desde la fase de grupos para no dejar dudas de la categoría de Maradona y el nivel al que potenció a ese grupo.

 

 

Ya ennla fase de eliminación directa, dio cuentas de Uruguay en un partido duro que losninstalo entre los mejores ocho del torneo. El siguiente rival no era uno cualquiera, sino uno que representaba al país que masacró a sus compatriotas en la guerra de las Malvinas pocos años atrás.

 

 

Inglaterra se plantaba ante Argentina, además, como local en el Estadio Azteca. Un cruce que a partir de ese momento se convertiría en un clásico mundial que se mantiene hasta la fecha.

 

 

El partido, dicho por los mismos vencedores, no tuvo grandes emociones y pasó por momentos muy sosos. Pero hubo dos destellos que lo hicieron un juego inolvidable, incluso para los mismos ingleses.

 

 

Primero fue la polémica anotación con la que Argentina se fue al frente en el marcador y en la que en ese momento nadie supo explicar qué había pasado en ese cruce entre Maradona y Shilton en el área. Simplemente se vio el salto de ambos y la dirigirse al fondo de la portería inglesa.

 

 

Un tibio festejo del 10 argentino tuvo su contraparte camino a la mitad de la cancha, cuando los ingleses reclamaron más efusivos una mano de Maradona. El central no cambió su veredicto y otorgo el gol a los sudamericanos.

 

 

Aún con la cabeza sacudida por la polémica, cuatro minutos después apareció la magia y lo que se conocería para la eternidad como el calificativo maradoniano.

 

 

El 10 del Napoli tomó la pelota desde la mitad de la cancha tras un pase de Enrique y comenzó con el desparpajo de habilidad y de ingleses.

 

 

Por la banda derecha trazó un recorrido que estuvo acompañado de cinco ingleses que no pudieron quitarle el balón. Al llegar a los 60 metros de trayectoria, Maradona burló al sexto inglés, Shilton, quien a pesar del achique que hizo, no evitó lo inevitable.

 

 

Maradona, una carrera con gambeta e improvisación relampagueante, y un grito estruendoso de más de 100 mil personas en el Azteca, incrédulas y fascinadas por lo que habían visto, enmarcaron el que es considerado el mejor gol en la historia de los Mundiales.

 

 

Hay un añadido que lo hace único e irrepetible y que nada tiene que ver con la cancha: la coyuntura sociopolítica que hizo nacer la enemistad y hasta odio entre estos dos países.

 

 

La victoria y eliminación de los ingleses no le devolvían a Argentina la vida de los miles de soldados muertos en esa guerra en la que la codicia de unos cuantos masacró el futuro de muchos miles. Sin embargo, fue haber humillado por unos minutos a coterráneos de quienes les hicieron sufrir en esa guerra.

 

 

Afortunadamente, hoy no se tiene que mezclar lo ajeno al deporte en el rectángulo, donde la antítesis de la fiesta, alegría y diversión no son bienvenidas nunca.

 

 

Pasaron ya 34 años del gol del siglo y su fascinación sigue intacta. Una premonición de lo que se esperaba ver en el futuro y que hasta entonces no se había visto.

 

 

Qué tan hondo ha repercutido no ese partido, sino esas aisladas acciones en el colectivo, que el mismo Jorge Valdano, extremo izquierdo de aquella Selección Argentina y que fue espectador de primera fila del mágico gesto de Maradona, explicó de forma inmejorable.

 

 

“Ese partido no fue para nada emocionante, salvo esas dos jugadas protagonizadas por Maradona. Pero muchos creen, especialmente quienes no son tan aficionados al futbol, que ese partido fue la final del Mundial del 86, no que fue un partido de cuartos de final”.

 

 

Obviamente, ese gesto irrepetible y genial encumbró a Maradona y le quitó a Platini, Zico y Rummenigge toda posibilidad de contender por ser el mejor del mundo.

 

 

Una vez con la Copa del Mundo en las manos y tras vencer a Alemania en la final, Maradona ingresó a un grupo en el que sólo tienen cabida verdaderas leyendas del balompié. Con sólo 25 años, Maradona, el Barrilete Cósmico, llegó a un nivel que para muchos, nadie más ha alcanzado.

 

 

Ese día, Argentina y Maradona presentaron su candidatura al título y días después completaron la hazaña ganando la Copa del Mundo tras vencer 2-0 a Bélgica en semifinales, con otros dos goles de Diego, y 3-2 a Alemania, en el épico final.

 

Su gol ante Inglaterra fue elegido por la FIFA como el mejor de todos los tiempos, superando al de Michael Owen a Argentina, en Francia 1998 y al de Pelé contra Suecia, en la final del Mundial de 1958.

 

 

 

AR/DAMG

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