“No tengo nada pero estoy luchando por tenerlo todo”, escribió en su perfil de Facebook, Susana Cerón Zenteno, la madre de tres niñas a quien asesinaron y arrojaron a una cuneta del Periférico la semana pasada.
Cerón Zenteno no consiguió nada porque su pareja, un elemento del área de Inteligencia adscrito al Arco de Seguridad de Huejotzingo, de nombre Efrén Hernández Romero, pudo haber decidido quitarle lo único que poseía: la vida.
Se trata del tercer caso en los últimos cinco años de mujeres en condiciones similares. Embarazadas han sido asesinadas por sus respectivas parejas, igualmente marcadas por el infortunio.
El 30 de enero de 2014, Karla López Albert fue golpeada, asfixiada y abandonada en el interior de la cajuela de su propio automóvil en la Ciudad de México a manos de quien era su pareja, Manuel Forcelledo Nader, integrante de una familia de la rancia sociedad poblana que vivía una vida de diversión, y catolicismo, según se define asimismo en Facebook.
Como el caso de Susana Cerón, el de López Albert es una historia de horror. Fue llevada contra su voluntad hasta en dos ocasiones a clínicas para que abortara de un embarazo de un hijo del que el padre se quería deshacer.
Contrató para ello a tres matarifes que antes habían sido escoltas. Rodrigo Augusto Solis “El Roko”, Moisés Codero Hernández “El Moy” y Leopoldo Camacho Vázquez, a quienes pagó siete mil pesos cada uno para ejecutar a la madre del nonato.
En agosto de 2015 desapareció Paulina Camargo Limón, de 19 años de edad y cuatro meses de embarazo. El responsable del feminicidio es José María (Chema) Sosa, según una confesión hecha el 29 de agosto
El cuerpo de la joven Camargo Limón nunca fue encontrado y la justicia llegó a medias con 16 años y meses en contra de Chema Sosa, que como Forcelledo Nader, obedecían a un patrón: hijos de familias de clase media alta, habían tenido todo sin sacrificio de nada.
Los padres de Karla López Albert y de Paulina Camargo Limón vieron desaparecer de sus respectivos entorno a sus hijas… y nietos. Al enojo siguió el coraje para pelear por encontrar justicia en un sistema que parece diseñado para hacer perder la paciencia al más sensato.
Queda la tristeza y el dolor profunda en la mirada, la voz y postura corporal. Doblados por el peso del duelo, casi se palpa como materia la soledad en la que quedan ante ausencia definitiva, provocada por el ejecutor.
El más reciente de los feminicidios en contra de Cerón Zenteno tiene características similares a las que tuvieron que enfrentar Karla y Paulina. Efrén, el presunto feminicida, era bebedor y proclive a tener relaciones sentimentales múltiples.
Forcelledo Nader, Chema Sosa y el prófugo exagente de Inteligencia en Seguridad Pública estatal tienen un marcado individualismo, ajenos al sentimiento de culpa como ocurre con todo sociópata.
Son trastornos de conducta todos que reflejan una sociedad enferma desde las raíces. Cualquier tratado de estudio de la conducta humana subraya esos desajustes que produce seres humanos sin capacidad para respetar a los demás.
Con mayor o menor rigor, los feminicidas serán castigados, mientras que los responsables de producir seres humanos defectuosos como son los casos descritos, andarán por ahí, sin pena ni gloria.
Parabolica.mx por Fernando Maldonado