La primera vez que el autor de la Parabólica tuvo trato con Rafael Moreno Valle Sánchez fue en el palco del Parque de Béisbol Hermanos Serdán, en el arranque de la temporada del club Pericos, en ese entonces de su propiedad, hace casi diez años.
Vestía casaca oficial del equipo y entre sus acompañantes estaban la familia Montero: don Enrique, Mario el notario y Mario junior, ahora suplente de la Notaría número 2 de Cholula.
A Moreno Valle Sánchez se le conocía en ese entorno familiar como “el tío mayor” y era una fiesta en sí mismo ver el entusiasmo de ese grupo llevado a ser familia extendida, una definición que en ese entonces era desconocida.
No había afinidad consanguínea pero tampoco hacía falta en ese palco lleno de bromas y ambiente festivo. Las aventuras convirtieron a un grupo entorno de don Enrique Montero Ponce, fallecido apenas en enero de este año, en una familia atípica en la que privó amistad y complicidad.
El empresario que en la víspera fue vencido por el Covid-19 y otros integrantes de la sociedad poblana como los Pepes Chedraui (padre) y Matanzo, además de don Emilio Maurer, actual diputado local por la Cuarta Transformación, los convirtió en un grupo único e irrepetible.
Con la muerte este lunes de Rafael Moreno Valle Sánchez, se fue el último gran empresario deportivo que tuvo Puebla.
Es probable que la última aventura haya sido haber invertido capital en un equipo de fútbol americano profesional en la naciente liga mexicana.
En una entrevista que concedió hace cinco años a Mari Loli Pellón para Televisa, le confesó que la nómina del Club Pericos de Puebla llegó a costar dos millones de pesos quincenales.
El contador de profesión se le recordará por el entusiasmo que imprimió en el impulso a distintas disciplinas deportivas que lo colocaron como una figura obligada en el contexto nacional.
Fue capaz de traer a Puebla a Julio César Chávez, trabó amistad con Raúl “El Ratón” Macías y de contratar como director técnico del equipo de casa, el Puebla de la Franja a Manuel Lapuente a quien en esos tiempos pagó la cantidad de diez mil pesos mensuales y tuvo un papel clave en el desarrollo de las Olimpiadas de 1968 en México.
No hubo empresa ni aventura en la que no pusiera pasión. Era difícil mantenerse ajeno a su trato amable, encanto natural y elegancia perenne.
Fue funcionario en la Secretaría de Hacienda y, en diversas etapas, presidente del Colegio de Contadores. El papel en la política también estuvo en su hoja de vida y la calidez que lo caracterizó lo llevó a gozar del afecto y estimación de mujeres y hombres de gran influencia y poder como Miguel Barbosa, el gobernador.
Le sobrevive su esposa Olivia Salomón, secretaria de Economía del Gobierno del Estado y siete hijos, entre ellos Rafael Moreno Valle Buitrón, presidente del partido Fuerza por México en Puebla.
Se había sobrepuesto a dos operaciones a corazón abierto y a un cáncer, que también venció. El Covid-19 lo tomó con la guardia baja y dejó tristeza entre quienes lo quisieron y un hueco grande por donde pasó. Descanse en paz este poblano sin comparación.
Parabólica.MX por Fernando Maldonado