Al cabildero de los intereses empresariales en la oficina del presidente Andrés Manuel López Obrador ya lo habían enviado lejos cuando trató de influir en favor de Cemex, en el conflicto que aún priva en los municipios de Tepeaca y Cuautinchán.

La víspera que Alfonso Romo, exintegrante del poderoso Grupo Monterrey, dejó la jefatura de la Oficina de la Presidencia de México, ya era notoria su orientación a defender los intereses de firmas y consorcios de la iniciativa privada en diversas regiones del país.

Constancia de ello fue cuando hace algunas semanas buscó a Miguel Barbosa, a través de una llamada telefónica desde Palacio Nacional.

Desde Casa Aguayo, Barbosa ya había fijado su postura en favor de los municipios en los que la empresa cementera sigue operando al amparo de la protección de poderosos en administraciones de Acción Nacional y Revolucionario Institucional, de manera indistinta.

No era casualidad que el gobernador en una de sus mañaneras haya dicho que Cemex se sentía protegida por los de arriba. Muy probablemente se refería a la intervención directa de Romo, en favor de la firma empresarial.

Que lo haya hecho desde su posición de poder que le confería su encargo en la Oficina del presidente era ya de por si poco ético y lo ubicaba en un claro conflicto de interés.

En la conversación aquella, contada al columnista por interpósita persona, el exfuncionario federal pidió al mandatario su intervención para frenar la demanda de los municipios afectados por la actividad fabril para que pagaran por lo menos los derechos de uso de suelo, o impuesto predial.

No sólo encontró una negativa quien también había contribuido a la creación de la firma del Fideicomiso Evercor, poseedor de la mayor deuda de los poblanos luego de la creación de figuras como los Proyectos de Prestación de Servicios, cuyo monto alcanza los 18 mil millones de pesos.

Romo escuchó del poblano las razones para no intervenir en favor de Cementos Mexicanos, que en agosto de este año había concretado una venta de activos en Reino Unido por 230 millones de dólares, según publicó Forbes.

“Yo voy a defender a los municipios”, reviró el gobernador, contó la fuente al autor de la Parabólica. Le recordó que Cemex era una empresa que no generaba mano de obra para poblanos, que no pagaba impuestos y que, además, ya había extraído materiales pétreos con volúmenes equivalentes a la mitad de un cerro completo

Con la negativa, el empresario que llegó al equipo de Andrés Manuel López Obrador desde 2006, se batió en retirada.

Cemex, que tiene presencia en 50 países del mundo y es considerado líder en materias primas para la industria de la construcción, perdió ayer a un aliado con la salida de Romo de la jefatura de la Oficina Presidencial, los municipios poblanos habrán ganado una oportunidad notable para cobrar lo que corresponde y Barbosa habrá obtenido una victoria política que no debe ser menor.

Romo será un cabildero más sin la influencia y poder que concede despachar desde Palacio Nacional en tiempo de la 4T.

 

Parabólica.MX por Fernando Maldonado