Jugadores de la MLB reivindican la lucha de Martin Luther King, un movimiento que permitió derribar barreras hace décadas, especialmente la racial, la cual impedía a beisbolistas negros jugar en las Mayores.

El 6 de mayo de 1963. King y la Conferencia de Liderazgo Cristiano del Sur llevaban cinco semanas en una campaña de acción directa para luchar contra el sistema de segregación de Birmingham con protestas masivas, marchas y boicots. Durante el curso de la campaña, miles habían sido arrestados, incluido al propio King. Niños se habían unido a las manifestaciones y habían sido apaleados y contenidos con mangueras de alta presión por parte de las autoridades.

Era un momento crítico en la historia de los Estados Unidos. Con tantas miradas sobre él, King promovió la lucha por la defensa de los derechos civiles de los afroamericanos y prometió que ésta valdría la pena.

“El reto que tenemos ahora mismo es mantener vivo este cambio. Existe el poder en la unidad, y existe el poder en los números”, espetó aquella noche el Dr. Luther King.

Los jugadores de raza negra de Major League Baseball sintieron un destello de ese poder en el 2020.

En una nación asediada por un mortal virus y haciéndole frente a un movimiento racial, se coordinaron, se manifestaron y efectuaron el cambio.

Para finales de ese año, mediante un grupo organizado y sin fines de lucro que aborda cuestiones de igualdad llamado The Players Alliance, jugadores y exjugadores afroamericanos han estado poniendo su granito de arena para generar un impacto en comunidades que han sido devastadas desproporcionalmente por la pandemia y creando una conciencia más amplia sobre las injusticias sistémicas e inconclusas en los Estados Unidos.

Buscan mantener vivo en movimiento

Cuando los jugadores se presentaron al Campamento de Verano en 2020, Bruce Maxwell fue el único jugador de MLB que se había arrodillado durante el himno antes de un partido. En comparación con sus homólogos en la NBA, WNBA y NFL, MLB se había visto lenta para atender los problemas sociales públicamente, pero las muertes de George Floyd y Breonna Taylor a manos de la policía, y del joven Ahmaud Arbery, tuvieron un impacto profundo en la nación y el deporte.

MLB hizo donaciones al Fondo de Defensa Legal y Educación de la NAACP y los equipos hicieron lo propio, y hasta la fecha han seguido contribuyendo a la conversación sobre justicia social.

Cuando el beisbol se reanudó, lo hecho por Maxwell fue adoptado por muchos, incluso por algunos jugadores y coaches latinos. “Sentí que arrodillarse era una excelente manera de protestar de manera pacífica, pero también de hacer sentir incómoda a la gente, de la misma manera en que me he sentido incómodo toda mi vida. No le estoy faltando el respeto a nadie. Tengo familia en el ejército estadounidense. Mi abuelo estuvo en combate en el ejército y sé que él habría estado orgulloso de la manera en que yo me he manifestado pacíficamente”, dijo el relevista de los Reds, Amir Garrett.

Por su parte, Mookie Betts, estrella de los Dodgers, dijo hace cuatro años que se mantendría de pie para el himno nacional de Estados Unidos porque su padre fue miembro de la Fuerza Aérea, pero cambió de opinión.

“No era educado”, dijo Betts a ESPN acerca de su cambio de postura. “Ésa es mi culpa. Necesito aprender sobre la situación. Sé que mi padre estuvo en las filas del ejército estadounidense y yo nunca le faltaría el respeto a la bandera de este país, pero también debe haber un cambio en este mundo y el hecho de haberme arrodillado no tiene nada que ver con haber luchado por nuestro país”.

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