Los biofertilizantes están compuestos de bacterias que facilitan la adquisición de nutrientes para las plantas y son una alternativa ante el daño ambiental que causan los abonos químicos en los suelos. Esta opción sustentable ha sido estudiada por investigadores de la Facultad de Ciencias Químicas de la BUAP, quienes desarrollaron uno basado en bio-nanomateriales compuestos por bacterias fijadoras de nitrógeno e inmovilizadas en arcilla hidrotalcita que permiten acelerar el crecimiento de las plantas en más de 50 por ciento, así como la recuperación de suelos.

Este trabajo, realizado por los doctores Geolar Fetter, responsable del Laboratorio de Biomateriales; Franchescoli Didier Velázquez Herrera y Marta Lobo Sánchez, del Laboratorio de Microbiología, ha permitido ingresar una solicitud de patente ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI).

Su innovación consiste en sintetizar arcillas poco comunes en la naturaleza, a las cuales les fijan bacterias para formar biomateriales que son liberados en los suelos para cumplir con la función de convertir el nitrógeno que existe en el aire en nitrógeno orgánico, para que este favorezca el crecimiento de las plantas, logrando reducir la acidificación del suelo y regulando su pH.

Al respecto, el doctor Geolar Fetter explicó que estas arcillas son básicamente un tipo de mineral que tiene cualidades básicas, es decir, no es ácido ni tóxico para los humanos y además es muy poroso, lo que sirve para contener o fijar a las bacterias. Esta porosidad presenta, además, cierta humedad que hace que los microorganismos se conserven mejor y por más tiempo.

 “Se trata de un material similar a la leche de magnesia, pero en estado sólido, entonces al ser amigable con el medio ambiente, la idea fue que a partir de biomateriales que resultan de la unión de bacterias fijadoras de nitrógeno con nanopartículas de arcilla hidrotalcita, depositada en la superficie de sílice mesoporosa tipo SBA-15, se pudiera crear un biofertilizante”.

El magnesio, así como otros elementos que contienen, hacen que la bacteria pueda alimentarse y sobrevivir por días o meses, sobre todo si para su traslado estos biofertilizantes tienen que conservarse por periodos largos.

“Se buscó que la bacteria se mantuviera viva, teniendo en cuenta la manejabilidad de los materiales, estos fueron introducidos en perlas de alginato de calcio. Los biocompósitos así formados, actúan como reservatorios de las bacterias, permitiendo que se conserven en el interior, para posteriormente ser empleados en la recuperación de suelos pobres a través de la liberación controlada de bacterias o bio-fertilizantes”.