Aunque las cifras lo pintan como el candidato con más posibilidades de triunfo en la contienda por la alcaldía de Puebla capital, el panista Eduardo Rivera Pérez enfrenta férreos obstáculos, un fuego amigo desde la dirigencia estatal del PAN que prácticamente busca evitar que se convierta en el abanderado de la alianza que conformarán los panistas con el PRI y el PRD.

En las mesas de negociación, confiaron varias fuentes, es la presidenta estatal de Acción Nacional (PAN), Genoveva Huerta, quien da por hecho que el exalcalde “no conviene”.

A pesar de que un sector importante de priistas y también de albiazules lo impulsan, incluso con la venia ya decretada de la dirigencia del Partido de la Revolución Democrática (PRD), hay voces que aseguran que se exploran otras posibilidades, aunque esto signifique debilitar a esa alianza.

Incluso, hoy son más los cuadros del tricolor quienes lo apoyan que los integrantes de la dirigencia panista, quienes toman a diario su té de Manzanilla. Sin embargo, esos priistas no son los que deciden.

De ahí que se haya comenzado a perfilar, aunque todavía como último recurso, en el equipo de Rivera, la posibilidad de irse del PAN y competir con otros institutos políticos.

La apuesta, nos dicen, tiene mucho sentido, porque incluso sin el escudo albiazul, Eduardo podría alcanzar el triunfo.

Las mediciones internas y otras que se han dado a conocer aseguran, demuestran, que “hoy la marca Eduardo Rivera Pérez le gana a la marca PAN”, en las potenciales preferencias electorales.

Los números le dan para ir “con otros colores”, en un nivel altamente competitivo.

Si no es con el PAN y la alianza con el Revolucionario Institucional (PRI) y PRD, Lalo Rivera podría encabezar una candidatura rumbo a la cita con las urnas con Movimiento Ciudadano (MC), Nueva Alianza (Panal) y hasta con Compromiso por Puebla (CP).

En los cálculos del equipo de Rivera Pérez, hay la confianza de que “ganaría (de todos modos) y dejaría al PAN en tercer lugar”, como fuerza política en Puebla capital.

Ese escenario se perfila muy parecido al que en 1998 enfrentó el hoy senador del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), Ricardo Monreal Ávila, quien dejó el PRI, junto con miles de militantes, y se fue al entonces de izquierda partido del Sol Azteca (PRD), para competir y ganar la gubernatura de Zacatecas.

Hasta ese entonces, hace ya 22 años, la disciplina de los priistas y la escasa competitividad de los otros partidos, en la última etapa de fortaleza del priato, hacían imposible suponer el rompimiento y menos aún el triunfo sin las siglas del tricolor.

A esa aventura del entonces noble político Ricardo Monreal -hoy ha cambiado mucho-, se le llamó “monrealazo”, y a partir de entonces se utilizó la palabra para referirse a quien optaba por una decisión similar. “Dio el monrealazo”, “propinó un monrealazo”, se decía.

Puebla no es Zacatecas y Eduardo no es Ricardo, pero los tiempos y las circunstancias se parecen y mucho.