En medio de la guerra mediática, entre el bando que promueve, contra el que busca evitar, que el panista Eduardo Rivera Pérez vaya como candidato de “Va por México” (PRI, PAN, PRD) a la alcaldía capitalina poblana, la realidad es una y muy sencilla: la decisión final saldrá de una negociación directa entre las dirigencias nacionales priista y de Acción Nacional (PAN).

Hoy por hoy, el exalcalde “no está ni palomeado, ni descartado”.

El futuro de esa postulación, en la que también, por cierto, un día bajan “definitivamente”, pero al otro lo suben “con muchas posibilidades” al empresario tricolor José Chedraui Budib, está en manos de Rafael Alejandro Moreno Cárdenas y Marko Antonio Cortés Mendoza. Nadie más.

Esa definición que hasta la noche de este lunes no tenía mucha prisa, ha adquirido características de apremiante.

El Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) emitió la cita urgente para la sesión extraordinaria, este martes, en la que aprobará las convocatorias a los procesos locales de 28 entidades, incluido Puebla.

El tiempo ahora cuenta también para el llamado Tumor (Todos Unidos contra Morena).

Las dirigencias locales del PRI, PAN y PRD han puesto sobre la mesa la descripción de las circunstancias y la proyección de los escenarios, pero es en la Ciudad de México en donde se definirá.

También hay que tenerlo muy claro: por el alto nivel de competitividad de Eduardo, que en las proyecciones gana hasta dos a uno a cualquier candidato de Morena, es, por mucho, el primero para ser el candidato.

Ir con otro abanderado pone a la alianza opositora en la ruta de una posible derrota.

Hoy, el problema es interno del PAN, pero el PRI y su dirigencia no son solamente pasivos observadores y, por obviedad y como previsión, deben empujar un Plan B, con un candidato de sus filas por si los panistas no logran ponerse de acuerdo.

En el tricolor, salvo la imprudencia que cometió Víctor Manuel Giorgana Jiménezde adelantar y personalizar su apoyo a Rivera Pérez, se ha mantenido con cierta disciplina la espera.

La imprudencia del ex diputado federal, por cierto, cayó especialmente mal, muy mal, en la sede de la Diagonal Defensores de la República.

Sobre todo porque Giorgana es un político con experiencia y, como exdirigente, se supone que sabe de sobra que las decisiones ni se comparten ni se manotean.

Mientras los jaloneos panistas se desarrollan, Eduardo Rivera Pérez se ha mantenido en un prudente silencio.

La semana pasada, días antes de la tan comentada, con tantas versiones diferentes, reunión del viernes en la sede nacional del PAN, el exalcalde estuvo con Marko Cortés.

De manera personal, también ha tenido diálogo directo con quienes tienen participación directa en las mesas de negociación locales.

En el horizonte no hay muchas dudas de que es él quien más posibilidades tiene de triunfo, incluso sin el PAN.

Se ve inexorable que el otrora “Joven Maravilla” de San Lázaro aparezca en la boleta.

 

Piso 17 por Álvaro Ramírez Velasco 

@Alvaro_Rmz_V