Tres sujetos de, entre 34 y 40 años, coincidieron en un vehículo ofertado mediante la plataforma BlaBlaCar, durante un viaje por carretera hace apenas unos días.

Un cantante, un periodista y un tercer pasajero muy reservado, emprendieron el viaje desde Puebla capital a un destino en común. La platica giró en torno a lo que todos hablamos en estos tiempo, la pandemia de Covid-19.

Era inevitable el paso al tema de las miles de dolorosas muertes y también sobre las posibles vacunas. Finalmente, sobre política, el primer “logro” de la Cuarta Transformación de convidar a todo el mundo en las discusiones nacionales.

Durante dos horas y media, se habló con palabras ligeras, hubo quejas, reproches y lamentos.  También hubo crítica furtiva, se pusieron pros y contras en la mesa sin reparo. No hubo fobias ni menosprecios por las posturas del otro. Hubo muy poco silencio, hubo música y, sobre todo, tolerancia.

Para el cantante, la pandemia había detenido ese intento de llegar a más latitudes para llevar su música. Ataviado en traje de charro, había recorrido largo kilometraje intentando llevar los sonidos de México más allá de nuestras fronteras y por el momento hubo que hacer una pausa.

“Todo está detenido desde marzo, tenía tres giras ya programadas, pero nos cerraron todo. Parece que el mundo se hubiera detenido. En este país estamos atrapados en una guerra sin cuartel de políticos inhumanos defiendo sus ideas”.

Para el periodista, los últimos meses se habían vuelto un mar de letras donde se hablaba de ciencia y política, aunque muchas veces no en el orden correcto.

“El líder nos ha quedado a deber con la pauta, como con las escaleras, no ha dado el ejemplo en la pandemia. Del otro lado solo hay canallas, – ¿Cómo Canallín?, interrumpió el tercer pasajero-. Sí, como él mismo que ahora recorre el país en auto, como si por arte de magia lo fuera a conocer, cuando es alguien tan alejado de la realidad del mexicano común”.

El tercero en la plática tomó la palabra apenas unos kilómetros antes de cerrar el viaje.

“Soy soldado, he estado en las especiales y sí, es cierto. Nos están encomendando tantas tareas los jefes (políticos) mientras se quedan en sus oficinas, viajan en sus carros y nosotros ganamos exactamente igual, no hay reciprocidad”.

Confirmó que existe un intento por cambiarle la cara a las fuerzas armadas, un tanto orientado por los mandos jerárquicos, pero también empujado por quienes son la tropa, a quienes el presidente conoce como pueblo uniformado.

Hay un debate en torno a ello, apunta el tercer pasajero, a la tropa nos han dado gran cantidad de tareas, desde encabezar los esfuerzos de la Guardia Nacional, adiestrar, enseñar y capacitar a manos policiales, construir aeropuertos, controlar puertos, administrar carreteras, resguardar y reconstruir hospitales, pero nada de mejores sueldos.

Bajaron del vehículo y se despidieron. Hubo un saludo casi familiar y buenos deseos. La tropa seguirá esperando que el líder y los canallas estén a la altura de la responsabilidad mientras ellos dan pasos bordeando a la muerte.

 

Máscaras por Jesús Olmos

@Olmosarcos_