Cientos de policías y militares de Guatemala blindaron los tres principales puntos de acceso de su país con Honduras e instalaron puestos de control en las carreteras para contener a una caravana de migrantes hondureños que va rumbo a Estados Unidos.

“De aquí no nos vamos hasta que nos dejen pasar, vamos a hacer una huelga de hambre, no tenemos trabajo ni comida por eso decidí viajar a Estados Unidos”, comentó Dania Hinestrosa, de 23, quien se encuentra del lado hondureño, esperando pasar junto con una pequeña hija.

Esta joven que trabajaba como empleada doméstica, dijo que está dejando en Honduras a otra hija de tres años y unos gemelos de cuatro años.

Muchos de los agentes y soldados portan garrotes de madera, máscaras antigás y escudos. Además, una decena de vehículos policiales se localizan en territorio guatemalteco, en el puesto integral El Florido, unos 220 km al oriente de Ciudad de Guatemala.

Según comentarios de policías, el objetivo es detener a los migrantes hondureños que intenten pasar sin portar documento de identificación y la prueba negativa de Covid-19 que exigen sus normas.

El despliegue se da un día después que el presidente guatemalteco, Alejandro Giammattei, decretara estado de “prevención” en siete departamentos por donde podrían pasar los hondureños y el mismo ordena el uso de la fuerza para preservar la seguridad, la salud y la gobernabilidad.

Del lado hondureño, a 1,5 km de territorio guatemalteco, un primer grupo de personas que integran la caravana que partió esta madrugada desde la ciudad de San Pedro Sula espera que le autoricen el paso, pero se toparon con un cerco de la propia policía de su país, que no les permite continuar la travesía.

Por el momento esperan sentados a la orilla de la carretera bajo un sol abrasador, mientras espera la llegada del grueso de la caravana que viene rezagada.

La mayoría de los migrantes comenta que desean abandonar su país empujados por la pobreza, la inseguridad, el desempleo, además de una crisis económica agravada por la pandemia y el paso de dos huracanes en noviembre. Critican la gestión del presidente Juan Orlando Hernández.

Los caminantes esperan además que Joe Biden, quien asume la presidencia el 20 de enero, sea más flexible que el saliente Donald Trump en sus políticas migratorias, posibilidad que Washington descartó.

“Lo que no quieren es que salgamos del país”, lamentó Juan Orellana, de 32 años, mientras descansa con su esposa Nimsi Contreras y su hijo de 12 años, quien se moviliza con muletas debido a que padece parálisis cerebral desde que nació.

Afirma que tomó la decisión porque perdió su empresa de aire acondicionado, el año pasado y espera que en Estados Unidos puedan operar a su hijo, ya que que en Honduras no consiguió ser tratado con éxito.

 

 

EFVE

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