La definición que el dirigente nacional del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Mario Delgado Carrillo, tiene de Carlos Alberto Evangelista Aniceto, el enlace que el CEN nombró con Puebla, es el de un “porro”.

Él es el responsable directo de la ruptura en las negociaciones entre ese partido y el Verde, de las que ya existía incluso acuerdos firmados hasta que se empeñó en tensar la relación, pues quiso incluirlos en las candidaturas a presidencias municipales.

Un integrante de la cúpula nacional del partido del tucán habló con profundidad sobre el tema con Delgado, quien se vio impedido para actuar en consecuencia: “Evangelista es un porro”, delineó frente a su interlocutor.

Evangelista y su esposa (la diputada federal por el distrito de Ciudad Serdán) Julieta Vences, forman parte de la camada de activistas que llegaron al ejercicio de la política con la abrumadora mayoría que votó por el proyecto de Andrés Manuel López Obrador en 2018.

Tener en cuenta ese dato es preciso porque la improvisación y la soberbia en la esfera política arroja, como saldo insoslayable, errores de forma y de fondo que más temprano que tarde habrán de cobrar facturas.

Dueño del coto como enlace del CEN de Morena con Puebla, en el que fue impuesto por Alfonso Ramírez Cuéllar y Bertha Luján, el ñoño tiene aspiraciones: ser sucesor de Miguel Barbosa en 2024.

Este “porro”, como lo definió el dirigente nacional, está aliado con Claudia Rivera, la reeleccionista presidenta municipal de la capital y del “gurú moral” de la edil, el senador Alejandro Armenta Mier.

En consecuencia ha actuado. Decidido a romper toda lógica que en política dicta un necesario equilibrio de grupos, corrientes y liderazgos, impide, veta y sanciona todo perfil cuyo signo sea el de la lealtad, vínculo o simpatía con el servidor público que llegó a Casa Aguayo por la vía del voto en la elección extraordinaria de 2019.

Es la misma lógica que Lizeth Sánchez, la matriarca del Partido del Trabajo, quien también proscribe perfiles de mayor rentabilidad electoral, han establecido una cacicazgo electoral y que asegura construir su plataforma rumbo al Senado desde el programa Alianza Felicidad.

La oposición en Morena está en Morena: Carlos Alberto Evangelista y Lizeth Sánchez están empeñados en llevar la batuta en las candidaturas locales frente a una maniatada cúpula nacional.

Esa es la razón por la que apenas fue integrado a las mesas de negociación a un cercano del gobernador Miguel Barbosa, Eric Cotoñeto. Su llegada fue tardía y de mala manera pues ya el “pastel electoral” había sido definido en su mayoría.

La oposición dentro de la cúpula de Morena ignora un conjunto de usos y prácticas elementales en el ejercicio de la política, si es que auténticamente se busca mantener vigencia, de la que no se puede exentar a la llamada #4T.

Tal vez de ello sepa un poco más quien dentro de ese conjunto de personajes menores -activistas en su mayoría- debería tener  mayores recursos para el ejercicio de la política, Alejandro Armenta Mier, el aguerrido senador que comenzó a despegar en el sexenio de Mario Marín, el exgobernador de Puebla de quien ahora todo mundo se deslinda por el infortunio que vive.

 

Escribe @FerMaldonadoMX

parabolica.mx por Fernando Maldonado