Hace una semana me preparaba para el peor invierno. La verdad, no tenía ni la menor idea de lo que venía, pensaba que vivir tres inviernos larguísimos habían sido suficientes para aguantar las bajas temperaturas alemanas. Esta vez, todo fue muy diferente.
Los años pasados habían sido retadores pero posibles de superar. Dos capas de ropa térmica, una chamarra, unas botas, gorro, guantes, bufanda, ¡y listo! Pero esta vez, las temperaturas bajaron hasta los dieciocho grados y, aunque la nieve daba un espectáculo fenomenal, era imposible continuar una vida normal.
Estas temperaturas fueron el peor enemigo de Alemania, pues dieron como resultado un alza de contagios por Covid-19. Pero lo peor sucedió estos últimos días, cuando el termómetro cambio drásticamente y llegó la primavera sin ningún aviso.
Y es que, al menos en estos últimos cuatro días, la capital alemana ha registrado casi veinte grados. Un subidón de temperatura récord que, de acuerdo a meteorólogos, no se veía desde hace 110 años.
Pero, ¿por qué el aumento de temperaturas es un enemigo para Alemania? Porque la gente ha olvidado por completo la pandemia y ha salido a las calles sin ningún tapujo. Aquí ya no existe la distancia ni el cuidado; las reglas se han roto definitivamente.
Yo debo decir que tengo muchos sentimientos encontrados. Es increíble ver la ciudad tan viva, después de una temporada tan gris, triste y dura. Pero al mismo tiempo, es terrible vislumbrar un futuro inminentemente catastrófico.
Sobrevivir al invierno
Un invierno berlinés dura, aproximadamente, seis meses. Medio año en el que se ve el sol por muy pocas horas, así que es muy común que no sólo las defensas estén por los suelos, sino también los ánimos.
Además de las enfermedades respiratorias, la depresión y los suicidios aumentan en esta temporada. Así que, a principios de abril, los primeros cielos azules y los rayos son básicamente la salvación de cualquiera.
Con esta primavera, que absolutamente nadie esperaba pero que se agradece, todos los berlineses salieron a las calles a rescatarse un poco, sin darse cuenta que otro enemigo aún sigue aquí y sigue al acecho.
¿Reapertura?
En las siguientes semanas se espera el anuncio de la reapertura de locales, bares y restaurantes. Alemania lo necesita y su economía lo pide a gritos. Pero esto sólo será un pequeño respiro que podría empeorar la situación.
Al final, el Estado tiene la última palabra y será el que decida si esta extraña cuarentena seguirá con medidas aún más estrictas o se abrirá todo por un tiempo definido.
A un año de la pandemia, podemos decir que esta es la nueva realidad.
Twitter: @dianaegomez
Cartas desde Berlín por Diana Gómez