Cada proceso intento hacerlo. Pero aclaro que los encuestadores ni hacemos predicciones ni somo adivinos. Sólo medimos qué opina la gente en un momento determinado y eso que dice es válido sólo un poco de tiempo, pues en cuestiones electorales, los ciudadanos suelen cambiar de opinión. A veces de un día para otro.
Entonces ¿para qué carambas sirven las encuestas si no es para decirle a un candidato “que va a ganar” o “que ya perdió”? Bueno, eso es lo que quisieran todos los que nos contratan. Y por eso hacen muy mal uso de nuestros trabajos.
Lo he dicho infinidad de veces: publicar una encuesta en la que determinado personaje “va arriba” (si es que eso es cierto, porque también abundan las encuestas falsas, manoseadas o hechas para satisfacer el ego de algún fulano) NO influye para que los electores “voten más” por él. La verdad es que los ciudadanos están más pendientes de muchas otras cosas cotidianamente y no lo que dicen las “encuestas”.
A lo largo de estos 22 años que llevamos encuestando en Puebla y todo el país, en el BEAP nos hemos dado cuenta que el consumo de las mediciones demoscópicas lo realiza el “circulo rojo” en cuestiones mediáticas y afortunadamente, el equipo de campaña de un candidato que sabe usarlo como un instrumento de trabajo para mejorar o para acentuar aciertos a lo largo de una campaña y dirigir a ese personaje a una victoria.
Los análisis clínicos que te realizas cuando quieres hacerte un “chequeo” general, se realizan tomándote una “muestra” de sangre y de ahí el médico que los interpreta te puede decir si tienen la glucosa alta, los triglicéridos controlados o si tienes alguna otra enfermedad (o el maldito COVID, últimamente). Pero lo que te dice no es para halagarte o para deprimirte. Te dice lo que tienes y punto. Y si quieres curarte te da una serie de instrucciones y medicamentos a tomar.
Bueno, pues eso es exactamente lo que hacemos los encuestadores. Estudiamos una “muestra” de la sociedad en un área determinada (municipal, distrital, estatal, nacional, etc.), medimos las opiniones que expresa en cuanto a preferencia electoral (en este tema, pero preguntamos de los que se nos pega la gana en temporada no electoral), las validamos estadísticamente, graficamos porcentajes y…ya. Le decimos al candidato qué opina la gente de él, si va a votar por él o no y por qué, por cual partido votaría si hoy fueran las elecciones y mil cosas más.
Le entregamos los resultados y… ya, en serio. Él y su equipo verán su realidad, tomarán decisiones y trabajarán para mejorar o para mantenerse. El encuestador le dice cómo está en un momento determinado y cuáles son sus “positivos” y “negativos” (palabritas que me caen gordas y que creó esa fauna llamada “Consultores”), pero NO le hace la campaña (como el analista clínico no le da las medicinas al enfermo).
Perdón pero esa NO es la labor del encuestador. Nosotros medimos y les damos la visión rápida de cómo piensa le gente en el momento válido de la encuesta (sobre esto se ha escrito mucho y es variable). Y… ya. El candidato o gobernante sabrá si mejora sus “negativos” o insiste en repetirlos. Pero de esa decisión el encuestador NO tiene la culpa ni es su labor.
Las normas y principios de las organizaciones nacionales y mundiales de estudiosos de la opinión pública (AMAI, ESOMAR, WAPOR, ADEI, etc.) recomiendan que los encuestadores no se dediquen a hacer campañas. Porque te conviertes en juez y parte. En el que mide y en el que realiza la campaña… y eso suele ser ingrato o… manipulador.
Les comento todo esto porque en temporada de precampañas, las luchas internas de los partidos se vuelven insufribles y ahora resulta que depende del encuestador el que alguien sea el mejor y obtenga la candidatura a cualquier cargo, cuando nosotros lo único que hacemos es medir la opinión de la gente y ya.
En fin. Gajes del oficio.
Al Pie de la Letra.
twitter: @rodolforiverap
facebook: Juan Rodolfo Rivera Pacheco