La ausencia por 30 días y, al mismo tiempo, de manera indefinida de parte de José Juan Espinosa para ausentarse de sus obligaciones en el Congreso de Puebla por segunda ocasión, podrían extenderse por un largo periodo.

El mismo lapso que transcurra en enfrentar los procesos que están en proceso de cocción en la Fiscalía General del Estado, dispuestos para servirse como platillo principal en la mesa del comensal principal.

Todo dependerá de que en los próximos días sea activada la ficha roja que permita a la Interpol traerlo de regreso de la ciudad de Houston en Estados Unidos, en donde se encuentra en calidad de fugado, por las acusaciones que se le imputan.

El trabajo cibernético e inteligencias permitieron establecer información y coordenadas precisas para su ubicación. La información está disponible para ser utilizada en que el momento lo requiera.

La encrucijada en la que él mismo se metió parece no tener salida alguna. El único asidero político del que disponía para librar las embestidas jurídicas que esperan en Puebla, prefirió marcar distancia de por medio.

Su tutor político, el coordinador de los senadores de Morena, Ricardo Monreal Ávila, que había tendido un único y último puente para poner a salvo a su protegido, pagó una factura como interlocutor inválido.

Fue exhibido por el propio cholulteca como un negociador poco confiable cuando el lenguaraz político local decidió regresar a la escena por su dosis de fama y reflectores, factores a los que él mismo es adicto.

Ya sin la red de protección de la que le dispensó la oficina de Monreal, se ha ido la última probabilidad para evitar que se dé cumplimiento al protocolo jurisdiccional que permita a la policía internacional ubicar al ex presidente municipal de San Pedro.

No sólo Monreal lo dejó solo. Del círculo del que se rodeó, todos han saltado ante el hundimiento del protagonista de una historia política de componenda, transa e impunidad que lo colocaron en donde ahora se encuentra.

Más que el olfato político, lo que ocurrió con Espinosa Torres fue uno de los exabruptos que lo han distinguido desde su etapa estudiantil y que todos en su generación recuerdan.

Su conducta como presidente municipal de San Pedro también está llena de un anecdotario en el que el insulto, la humillación y la patanería marcaron su conducta, pública y privada.

Un especialista en tareas de seguridad, inteligencia, combate a grupos delictivos y líderes de grupos de delincuencia organizada definió a JJ como un boccato di cardinale.

Detener a un supuesto imputado como es el caso de quien se benefició de los diferentes regímenes desde el priista Mario Marín Torres y los panistas Rafael Moreno Valle y Antonio Gali, puede ser más fácil en Estados Unidos que en México, dijo al reportero.

El personaje que perdió brillo y oficio está en la mira. En los próximos días se decidirá si es activado el mecanismo de búsqueda y detención a través de la Interpol. La curul que ocupa en el Congreso del Estado deberá ser ocupada por su suplente Rodolfo Huerta, un activo más que parece haber saltado antes de que el navío se vaya a pique.

 

@FerMaldonadoMX

Parabolica.mx por Fernando Maldonado