El hombre que abrazaba al exgobernador de Quintana Roo, Roberto Borge Angulo, en la “foto maldita” del Nuevo PRI, es Rubén Moreira Valdez, un priista convertido en incansable promotor de la alianza Va por México.
Desde Puebla, el hermano del fatídico Humberto Moreira pontificó gobiernos del pasado del PRI y el PAN inspirado del tutifruti electoral del renovado Pacto por México, asegurando que su legado trasciende las fronteras del tiempo.
Es imposible no pensar en aquella imagen de los tiempos magnos del priismo peñista y todo lo que ocurriría años después en el entorno del que fuera el primer priista de México.
En la imagen aparecen los Duarte, César y Javier, acusados de desfalcar desde el poder a las entidades de Chihuahua y Veracruz, muchos aseguran que para inyectar recursos a campañas electorales. También están Rodrigo Medina y Andrés Granier, unos genios de las finanzas (personales) en Nuevo León y Tabasco. No escapan Fausto Vallejo y Roberto Sandoval, ensombrecidos por un legado de narcotráfico y violencia. Aristóteles Sandoval, asesinado por la espalda en Puerto Vallarta y Rafael Moreno Valle, quien pereció en la caída del helicóptero del 24 de diciembre de 2018.
En resumen, en la foto predilecta del renovado priismo, hay más de tres gobernadores con orden de aprehensión vigentes, otros tres que están o han estado presos, un ejecutado y otros que, como el mayor de los Moreira, siguen vivitos y coleando. El otrora todopoderoso Peña Nieto, aunque en Madrid, todavía lanza uno que otro coletazo que indica que el dinosaurio tiene vida.
“Para muchos el infierno empieza en donde se acaba el azul del cielo”, decía un lúdico poeta quintanarroense cuando llegaba el ocaso del mandato Roberto Borge. Hoy, el hombre que lo abrazaba en aquella velada en Palacio Nacional ve muy cerca ese ocaso y echa la carne al asador por un proyecto al que sólo le interesa obtener la mitad más uno de la Cámara de Diputados.
Moreira II y sus compinches, ahora hablan de conceptos como atraso, demagogia, sobre representación y mayoriteo con la ligereza de una hoja de papel, pero olvidan el pasado de elecciones fraudulentas acabadas en polémicas resoluciones mayoriteadas en tribunales, el legado de la presencia delincuencial y la maquinaria totalitaria del que usaba al mismo tiempo medios de comunicación que instituciones, y que callaba voces con demandas millonarias o el rasero de una amenaza.
Los que vienen de la cuña de Rubén, Humberto, Enrique, Javier, César, Roberto, Fausto, Rodrigo, y otros tantos priistas del pasado, añoran un México al que le quitaron todo, un México de ciudades desoladas, en atraso y producto de reformas exógenas que dieron paso a grupos que ofrecían dinero fácil y lujo momentáneo.
Los verdaderos patrones del pasado portan un anquilosado mensaje que a la gente sólo le recuerda la corrupción y el saqueo, y mientras sigan ahí, es lo único que podrá leerse de su visita.
Los Borge, Duarte, Vallejo, Medina y los Moreira podrán fingir ponerse alas, pero al burro negro no hay porque buscarle pelo blanco.
@Olmosarcos_
Máscaras por Jesús Olmos