Me llama la atención todo lo que ha pasado en las últimas semanas en Puebla y todo el país en el ámbito de los partidos y sus procesos para designar candidatos a todos los cargos de elección popular que se disputarán el próximo 6 de junio.

Pasa desapercibido que vivimos en un país con un sistema democrático-partidista que con muchos defectos y carencias, funciona sin mayores problemas. Hoy ya discutimos tendencias, se pelean candidaturas y se lucha en campañas y propuestas. Hace 20 o 30 años esto no ocurría. Había un sistema de partido hegemónico, las elecciones las manejaba la Secretaría de Gobernación y siempre ganaba ese mismo partido, dejando algunas sobras a la oposición, para que no se tachara a México como una “dictadura perfecta”.

Ese es el principal logro de nuestra historia: Ya hay competencia partidista real y se respeta al que gana (dijera José Alfredo).

Hoy todos quieren ver defectos y problemas a nuestro sistema, pero… ha evolucionado; sigue caminando y los conflictos se siguen resolviendo con votos y no con asonadas militares. Me dan mucha risa los despistados y sonsos que andan proponiendo golpes de Estado para “derrocar al malvado comunista” Andrés Manuel López Obrador. No haber votado por él o no simpatizar con él no les da derecho a proponer idioteces. No tienen idea de lo que sucede después de cuartelazos militares. Pregúntenle a chilenos, argentinos y prácticamente todos los sudamericanos. O lean libros buenos de Historia de México.

También me da risa que muchos ahora se alarmen por los pleitos internos de los partidos políticos en torno al tema de candidaturas y cargos. Desde luego ojalá todo fuera miel sobre hojuelas, pero lo que hoy ocurre es de lo más normal (y hasta necesario).

Otra vez me voy al análisis de política comparada: En todos los países realmente democráticos y con sistemas de partidos fuertes, hay pugnas por las candidaturas. En Estados Unidos de América, luego de una azarosa vida democrática que incluye una sangrienta guerra civil en el siglo XIX, hoy resuelven candidaturas en procesos “primarios” donde los precandidatos se dan con todo.

En todos los países sudamericanos hay pleitos, denuncias y contradenuncias por obtener candidaturas de todos los partidos. Hay gobiernos que duran menos de un año y hay otros que renuncian en pleno. Hay expresidentes en la cárcel y en cada proceso hay alianzas y contra alianzas para conseguir el mayor número de votos. En Europa gobiernan alianzas de centro izquierda o centro derecha y cada partido busca aliados para conseguir formar gobiernos y a veces pasan meses sin que esto ocurra.

Se llama democracia partidista y cada partido está integrado por personajes inquietos, líderes, luchadores sociales y oportunistas (también) que pelean con todo una candidatura para obtener poder y continuar esa carrera. Es una especie de adicción... y gusto por los buenos sueldos, buena vida y buen poder. Todos dicen que su pasión es “servir al pueblo”, pero no conozco a uno que termine sus días en la pobreza.

Desde luego no es lo ideal, pero es absolutamente normal. Aquí vamos otra vez.

 

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Rodolfo Rivera Pacheco