Por primera vez en la historia del país se habilitará el voto por internet de los 11 millones de mexicanos residentes en el extranjero. El Instituto Nacional Electoral (INE), luego de varios simulacros de voto electrónico por internet, pondrá en marcha un modelo que tiene la intención de cimentar los estatutos de la democracia electrónica que replica los procesos, procedimientos, logística y operación de los modelos electorales tradicionales.
Abrirle la puerta al voto por internet representa la consecuencia de la reforma político-electoral del 2014 promulgada por Enrique Peña Nieto. Para 2019, la UNAM y la empresa «Deloitte» inspeccionaron el código fuente que utilizará el INE en las elecciones de este año y aseguraron que está codificado de forma segura y es capaz de soportar ataques.
Pero, ¿hasta qué punto son democráticas las nuevas tecnologías de información y comunicación? Según el modelo «barberiano», existen tres características que son coherentes con la democracia.
La democracia necesita: interacción cívica (comunicación lateral/horizontal), participación ciudadana y pluralismo (política de las diferencias). Mientras que internet es: punto a punto (como el teléfono, no como la TV), interactivo/participativo (sin espectadores pasivos) y diversificado y heterogéneo (contenido infinito).
Derivado de este modelo, probablemente más de uno —como el INE— puede centrar su opinión en que internet es democrático porque permite una relación social horizontal que entabla comunicación entre iguales, y no necesariamente existe un líder de opinión. Es participativa e interactiva entre usuarios activos, y además pluralista y heterogénea.
Sin embargo, la democracia también necesita: deliberación/lentitud (juicio prudente), mediación/selección (sabiduría), acceso universal (igualdad), espacio público/bases comunes (nuestro espacio), control popular. Paralelamente, internet es: rápido (impulsivo y con juicios precipitados), sin mediación (sin selección, conocimiento), acceso limitado (brecha digital, desigualdad), privado/segmentado (mi espacio) y monopolio (portales controlados por privados).
Independientemente de las evidencias físicas del sufragio, vulnerabilidad del sistema, seguridad por oscuridad o un fraude electoral; las características que propone Barber concluyen que la tecnología no hará democrática a la política, sino todo lo contrario.
Internet es rápido y esto se contrapone a la deliberación lenta y reflexionada de la toma de decisiones, aunque podría interpretarse desde la particularidad técnica que no afecta el proceso de toma de decisión democrática, más bien incentiva a la comodidad del votante. Lo cierto es que depende de una conexión para la emisión del voto, convirtiéndolo en un acceso limitado.
La polarización en internet origina la dificultad de la formulación de juicios cívicos. La información se convierte en conocimiento para la toma de decisiones y encontrar bulos digitales dificulta el procesamiento de razonamiento de la información.
@cm_ramoslinares
Ecosistema Digital escribe Carlos Miguel Ramos Linares