El expresidente Felipe Calderón Hinojosa regresó a Puebla para apuntalar al candidato a la presidencia municipal de la capital, su excorreligionario en el Partido Acción Nacional, Eduardo Rivera Pérez, de quien dijo que es un buen funcionario, una persona honesta y un “buen amigo”.
Calderón Hinojosa y Rivera Pérez son dos viejos conocidos. No sólo por su militancia en el panismo, de la que el exmandatario abdicó en 2018. Fueron compañeros de bancada en la LVIII Legislatura en la primera mitad de la presidencia de Vicente Fox, en el año 2000.
Tuvo Calderón un dejo de crítica al pasado morenovallista: Eduardo Rivera ha sido, además, un perseguido. Nadie del compacto grupo de panistas afines al fallecido Rafael Moreno Valle escuchó el reproche velado, porque hicieron el vacío al encuentro celebrado por el rumbo del Club de Golf Mayorazgo.
En cambio, convocó a figuras que difícilmente se hubieran dejado ver en el cuartel del PAN en la ciudad. No sólo la feroz priista y dirigente de Antorcha Campesina, Soraya Córdova, candidata a una diputación local, sino a otros puristas como Martín Fuentes, exfuncionario con Mario Marín, y a Xitlalic Ceja, también abanderada y cercana al expresidente Enrique Peña Nieto.
“No deja de ser raro estar al lado de quienes fueron adversarios durante años”, admitió el michoacano, quien también lideró al panismo en el país. Por ahí andaban jóvenes con playeras con un enorme estampado del PRI, otros del PRD y una clara mayoría del panismo ortodoxo.
Con Andrés Manuel López Obrador, criticar, discrepar significa “traición a la patria”, aunque admitió que México no ha llegado a los extremos de países con presidentes de corte dictatorial como Cuba o Venezuela.
“Yo aprendí después de mucho tiempo que discrepar enriquece”, dijo al cuestionar con severidad la conducta de su viejo adversario, y con quien estuvo a punto de perder la Presidencia en la polarizante elección de 2006.
Antes de las preguntas de los reporteros, que fueron de lo sucedido en la Línea 12 del Metro y la pandemia, extrajo de su camisa una tarjeta con líneas escritas de su puño: el nombre de Miguel Barbosa, el gobernador de Puebla que emanó de la 4T no aparecía.
Llamó serviles a los legisladores federales incapaces de cambiar una sola coma a las iniciativas del presidente y de formar parte de una corte de “nobles” al servicio del Palacio Nacional, del riesgo de vivir un Maximato, y llamó a votar el 6 de junio contra Morena. “Se está ante el riesgo de vivir una dictadura o una democracia”, sentenció.