El candidato a la diputación local por la coalición Morena-PT, Sergio Salomón Céspedes, había mostrado olfato y oficio para construir en la política. Fue legislador local y luego presidente municipal de Tepeaca.
En ambas posiciones, demostró ser obsequioso y oportuno con el grupo político al que sirvió con denuedo, como muchos otros actores de la vida política y empresarial en tiempos del mandato de Rafael Moreno Valle.
Desde su militancia priista, con ese tricolor vergonzante entregado a los brazos de la oposición, acuñó alianzas y acuerdos que le permitieron transitar con relativa facilidad de una posición a otra.
Esa misma herramienta aplicó en la Cuarta Transformación. Al gobernador Miguel Barbosa se le supo acomodar hasta conseguir lo que casi nadie de la era morenovallista había alcanzado, y hasta candidatura pescó para regresar al Legislativo.
Todo iba bien hasta que la entraña dominó al político que había surcado desde su priismo ligth por el panismo hasta nuestro tiempo con un partido político que enfrenta al PRI y PAN, con la incorporación de un probado operador de aquellos tiempos: Mario Rincón González, exiliado en Veracruz.
Rincón González había ocupado casi todos los cargos imaginables con el extinto senador el PAN, que buscaba ser presidente de la República al momento de colapsar el helicóptero en el que se trasladaba la fatídica tarde del 24 de diciembre de 2018, junto con su esposa Martha Erika Alonso.
Un día dejó al PRI en el que militó durante décadas para aparecer como coordinador de la campaña del panismo en 2010. Pasó de ser el “príncipe de las derrotas”, como se le conocía en el tricolor, para convertirse en uno de los operadores estrella de ese grupo político.
El domingo 16, el aspirante a diputado federal, Raymundo Atanacio Luna, alfil del senador Alejandro Armenta, tuvo que poner en práctica la vieja consigna de la política: tragó excremento sin hacer gestos.
Es de suyo conocido el mal talante que tiene respecto del operador del morenovallismo y de la guerra intimidatoria que debieron enfrentar Armenta Mier y el propio Atanacio Luna en los procesos electorales de 2015 y 2018, orquestada por Mario Rincón.
“Muchas gracias maestro Mario por estar con nosotros”, dijo el más armentista de los armentistas, que estaba rodeado de Sergio Salomón Céspedes y de otros abanderados.
Hábil en el manejo de los signos y del lenguaje corporal, el recién incorporado a las tareas políticas desde el Movimiento de Regeneración Nacional decidió desprenderse del cubrebocas mirando a la cámara.
La intención manifiesta al descubrir el rostro fue hacerle ver a todo quien quisiera notarlo que su presencia en la escena, otra vez, no tiene vuelta de retorno al exilio en el que se mantuvo desde que pereció la pareja Alonso Hidalgo-Moreno Valle.
El proceso de purificación para recibir a este mapache del morenovallismo estaba concretado. El regreso a las tareas de partido está dado. Céspedes Peregrina y Armenta Mier ¿podrán estar en paz?
Parabólica escribe Fernando Maldonado