La secretaria del Medio Ambiente del gobierno federal tiene condiciones personales y profesionales que el presidente de la República pondera especialmente: es trabajadora, discreta, tiene abundantes cartas académicas y curriculares; suele eludir, en lo posible, el protagonismo; es una lopezobradorista de cepa y le ha demostrado una lealtad a toda prueba.

Adicionalmente, la ingeniera agrónoma egresada de la Universidad Autónoma Chapingo (UACh) es casi “de la familia” y su relación con la esposa de Andrés Manuel, la académica Beatriz Gutiérrez Müller, es inmejorable. Eso cuentan.

Pocos lo recuerdan, pero la también especialista en economía social y solidaria y emprendimiento, por la Universidad Iberoamericana, Campus Puebla, fue la primera presidenta del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) en nuestra entidad, desde antes de ser partido y cuando ya obtuvo el registro, de noviembre de 2012 a octubre de 2015.

Ahora que han pasado las elecciones intermedias de 2021, la dinámica de la opinocracia poblana se dirige a intentar dilucidar quiénes son las opciones hacia la sucesión gubernamental.

El tema es realmente ocioso, sobre todo luego del triunfo contundente que, como jefe político, ha tenido Miguel Barbosa Huerta y que ahora, con el cielo que ha escampado, sin la estridencia de la oposición irracional interna, se prepara a ejercer un gobierno, para los próximos tres años, en el que podrá realizar lo que la pandemia y las circunstancias no le permitieron. Está más entero que nunca en lo personal y lo político.

Bien, pero en ese contexto, hay que ver con claridad que los dos “punteros” de esa ruta imaginaria a la sucesión, que ven algunos, en realidad no están ni tan adelantados, y uno de ellos ni siquiera figura en el ánimo de quien toma las decisiones en Palacio Nacional.

El todavía coordinador de los diputados federales de Morena, Moisés Ignacio Mier Velazco, es un hombre que tiene el afecto del tabasqueño, desde hace muchos años. Pero eso no basta y tampoco goza de la simpatía de otros.

Mier ha refrendado su liderazgo en la zona de Tecamachalco, pero no hay elementos que lleven a pensar que su influencia sea realmente estatal. Es un líder muy local.

Su principal puntal en el contexto nacional en Morena es el todavía presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), Mario Martín Delgado Carrillo, quien ha quedado muy disminuido por las derrotas en al menos cuatro gubernaturas y la pérdida de más de 50 curules para el primer mandatario en San Lázaro.

A otro que ponen como aspirante a la gubernatura, el senador Alejandro Armenta Mier, en realidad no tiene ninguna posibilidad por dos razones: la sumisión a Ricardo Monreal Ávila, que no es en realidad un “presidenciable”, y es muy mal recibido en el morenismo cupular y puro.

Y porque el presidente aborrece al poblano, de acuerdo con versiones de personajes con derecho de picaporte en Palacio Nacional. A lo sumo, podrá aspirar a la reelección en su escaño en 2024.

A eso hay que sumarle su doble juego, de traiciones y apapachos, a los grupos de Morena en Puebla y su terquedad de imponer en posiciones legislativas y alcaldías a sus impresentables incondicionales.

Son datos, para considerar en el ejercicio ocioso de leer el futuro.

 

@Alvaro_Rmz_V

Piso 17 escribe Álvaro Ramírez Velasco