En un breve periodo, de unas horas apenas, Miguel Barbosa dio vuelta a la página. Regresó a los orígenes de los que no se ha apartado más allá de lo indispensable y se dio a la fina tarea de la política y la construcción de consensos.

Depuso el lenguaje de fuego al que nos acostumbró en meses previos al proceso electoral, que terminó el domingo 6, y que había colocado en posición de defensa a quienes notoriamente habían utilizado el erario como bien privado.

Uno a uno fue tejiendo para reducir el ambiente de polarización entre quienes habían mantenido interés directo o indirecto en la contienda política, para motivar a que las aguas encrespadas de la diatriba retornaran a sus cauces y niveles.

Mientras los medios se daban vuelo por la confusión motivada por un reo fugado y su presumible actuación en el homicidio múltiple en Huejotzingo en 2020, pasó de largo un conjunto de señales sólo para iniciados, a partir del 6 de junio en la era de la Cuarta Transformación.

Como telón de fondo la recepción en Casa Aguayo del ganador de la contienda por la capital, Eduardo Rivera Pérez, cobijado por una coalición opositora al partido del que emana el propio Barbosa.

No fue lo único. Con la resaca política aún de la jornada electoral, anticipó reuniones con quienes hubiesen triunfado en las urnas y reconocidos por sus adversarios.

Aún con los saldos negativos para algunos perdedores y sus malos humores, desde Casa Aguayo hubo trato digno para la perdedora de la campaña en la capital, rival declarada del propio gobernador, Claudia Rivera Vivanco.

Hubo “madurez política” en reconocer al panista como ganador de la contienda, dijo Barbosa para explicar la apertura de las puertas de la sede del gobierno.

De las palabras a los hechos, fue mucho más allá de la hora de la recepción de un viejo compañero en la LVIII legislatura, con ideología diversa y cuyo coordinador era Felipe Calderón, luego presidente de México: Lalo Rivera.

“Invité” al senador Alejandro Armenta Mier a Casa Aguayo; fue una reunión “muy a gusto”, dijo a los reporteros, con lo que dejó ver apenas un resquicio del afán del gobernador por guardar pertrechos.

En horas había tenido sentados en la misma mesa a quienes ya se perfilan como competidores en la sucesión de 2024, un escenario que figura desde ahora, pero que el mismo el anfitrión enfrió.

En la lista de quienes rivalizaron abiertamente con Barbosa y su grupo de trabajo estaba Antorcha Campesina, para quien también hubo términos de honorabilidad.

No son los únicos protagonistas de la historia reciente los que pasaron por la línea discursiva de pacificación desde el Poder Ejecutivo.

Los iniciados debieron haber advertido que los dardos envenenados del pasado no fueron lanzados en el periodo de la campaña.

Desde el mismo antorchismo pasando por la dirigente estatal del PAN, Genoveva Huerta; Felipe Calderón y Javier Lozano, presentes para reforzar candidaturas, también debieron atender que el momento de la descalificación había pasado. La paz sea con todos.

 

@FerMaldonadoMX

Parabólica escribe Fernando Maldonado