El subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell Ramírez, no es un héroe, pero tampoco es el villano que muchos quieren hacer ver a los mexicanos.

Es un funcionario que hizo lo que pudo con lo que tuvo, y por eso mismo es que es juzgado. Un tipo de altas credenciales que encabezó la estrategia en tiempos complejos y que siempre tuvo el ánimo de informar.

Gatell también tuvo exabruptos cuestionables contra la prensa, cayó en contradicciones, al mismo tiempo que tuvo aciertos no reconocidos.

Encabezó la histórica reconversión hospitalaria, puso a la OMS en las reuniones de trabajo para aprobar cambios, ejecutó un sistema de semaforización que se convirtió en referente, además de que la estrategia de vacunación, aunque con retrasos, va bien en comparación con la región.

Los errores fueron puntuales. El retraso del semáforo rojo de diciembre en CDMX y la ausencia de una campaña más agresiva del uso cubrebocas, tras el concierto internacional de junio 2020 en favor de su uso.

Al mismo tiempo, las conferencias vespertinas fueron más que solo él y las polémicas que lo envolvieron. Hubo un desfile de funcionarios que en el ámbito de su competencia intentaron hacer digerible la ciencia a un público muy diverso y atento.

Los que cuestionaron el ejercicio de comunicación, normalmente son quienes no vieron ni media conferencia completa, por eso equiparan el ejercicio únicamente al perfil de Gatell y no lo analizan como una experiencia con muchas aristas.

La apuesta del Gobierno de México fue esta y con sus lagunas, estuvo vigente 451 ocasiones. La pandemia ha dejado muchas lecciones a los gobiernos del mundo, principalmente, sobre cómo comunicar en salud.

Expertos opinen que para una emergencia de esta magnitud se debe ir al día, porque lo que comunicas hoy ya no es vigente el día de mañana. Por ello, quienes juzgan a Gatell por lo comunicado al inicio, los cambios en el discurso y el tono poco imperativo, exhiben más su fobia que conocimiento.

Y esta la otra parte, la que en su afán de encubrir todo lo hecho por esta administración federal han vendido la falsa retórica de un salvador del país, en un funcionario que también pecó, por consciencia propia u obediencia, que agotó su discurso en unas vacaciones y con momentos que exhibieron su falta de autocrítica.

Por eso creo que la versión que ve a la simbiosis de Gatell y la vespertina en un enfoque de héroe o villano, no hace más que minimizar un esfuerzo valioso de comunicación que, dentro de la capacidades del Estado para afrontar la mayor crisis del siglo en la materia, tuvo un impacto puntual en el comportamiento social.

 

@Olmosarcos_

Máscaras escribe Jesús Olmos