Al filántropo estadounidense, que a principios del siglo pasado decidió hacer patria en Puebla, Guillermo (William) O. Jenkins, le pateaba la idea de alentar a un conjunto de parásitos y vividores entre su parentela, a quienes ahora definimos como “ninis”.
Un fragmento de su testamento establece con claridad que los 720 millones de dólares de la fundación Mary Street Jenkins, de los que ideó dejar a perpetuidad en Puebla para financiar desarrollo para su población, no deja lugar a duda:
“Siempre he tenido la firme convicción que en bien de sus hijos, los padres no deben dejarles grandes fortunas como herencia…
“… mas bien, enseñarlos y ayudarlos a trabajar para que ellos mismos ganen lo que necesitan, teniendo la creencia (…) que nadie con capacidad para trabajar, debe gastar dinero que no haya trabajado por su propio esfuerzo.
“No es mi voluntad dejar a mis hijos riquezas ni fortunas, sino mas bien ayudarlos a trabajar para que puedan hacer su porvenir”.
A 67 años de crear la fundación que llevaba el nombre de su esposa, fallecida en 1944, los recursos que alimentaron ese gesto filantrópico siguen en medio de un pleito legal, pues los hijos a quienes no dejó un peso encontraron la forma de manipular los estatutos hasta exprimir los fondos con fines personales, con la ayuda de un grupo de abogados y funcionarios sin escrúpulos.
Así fue documentado en tres entregas de la Parabólica.mx en 2017: Cambian sede de la UDLAP a Jalisco (https://parabolica.mx/2017/nacional/item/6535-cambian-sede-de-la-udlap-a-jalisco), Jenkins, rapacería y cinismo (https://parabolica.mx/2017/columnas/parabolica/item/6656-jenkins-rapaceria-y-cinismo), y La estafa maestra a la poblana (https://intoleranciadiario.com/blog/2018/05/17/408069-laestafamaestra-a-la-poblana.html).
La serie de entregas contienen la relatoría de un complejo mecanismo a través de los cuales fueron extraídos los fondos para ser llevados, primero, a Aguascalientes, y a Barbados y Panamá, estos últimos considerados entonces como paraísos fiscales a través de otras fundaciones fachada.
La manipulación de los recursos, que en la práctica eran herencia de los poblanos de un hombre que dedicó su vida a trabajar hasta tener un emporio de salas cinematográficas, con hasta 80 por ciento en el país; y luego, en la industria textil, debió tener la anuencia de un gobernante que estuvo muy lejos de cumplir la promesa aquella de “lo mejor está por venir”, y sí extraordinariamente cerca de los grupos de poder de una oligarquía acostumbrada a tranzar en beneficio de un minúsculo número de beneficiarios: Rafael Moreno Valle Rosas, extinto en el año 2018.
No es entendible que un hombre acostumbrado a la omnipresencia, como el panista muerto en el accidente de helicóptero en el invierno de hace casi tres años, no haya advertido que la Junta para el Cuidado de las Instituciones de Beneficencia Privada, a cargo de un cercano como Amado Llaguno Mayaudón, se haya ido por la libre para dar luz verde a la manipulación de los cuantiosos recursos. Los Jenkins de Landa lo saben y por eso andan a salto de mata, prófugos con unos 400 millones de pesos en efectivo.
Parabólica escribe Fernando Maldonado