Sólo la alquimia electoral podrá explicar el inusitado cambio en el rumbo de la elección de San Martín Texmelucan, que terminó por hacer ganar a una presidenta municipal profundamente rechazada en esa población, como Norma Layón Aarún.
La interpretación fría de los números no admite subjetividades. Si la esencial aritmética se habría aplicada, hubiese sido imposible que la reeleccionista se colocara a la cabeza de los votos de la gente, agraviada por los despropósitos de la déspota gobernante.
No sólo por el engañoso resultado del miércoles del recuento de votos, sino porque desde hace meses que la presidenta municipal con licencia era una de las menos competitivas, según diversas encuestas conocidas.
Fue junto con Claudia Rivera Vivanco de las dos funcionarias públicas que llegaron a sus respectivas responsabilidades bajo las siglas de Morena con las peores calificaciones, pero tuvieron diferente suerte en la aventura reeleccionista del domingo 6.
La ausencia de diálogo con sectores estratégicos del municipio, la nula empatía que genera su conducta, la parentela que hace negocios en torno de la oficina de la presidencia municipal, los procesos amañados para favorecer proveedores y el uso del gasto como patrimonio personal han marcado a la gestión de esta mujer, que logró colarse, como muchos otros perfiles, en el partido de Andrés Manuel López Obrador en 2018.
Al cierre del Programa de Resultados Electorales Preliminares de las 19:34 horas del 7 de junio con el 100 por ciento de las actas capturadas, la presidenta municipal con licencia había obtenido 4 mil 243 sufragios.
No deja de sorprender y fundar sospechas sobre la escasa veracidad del resultado final obtenido en la mesa. Con una participación de más del 55 por ciento, siempre estuvo por debajo del candidato del Partido Revolucionario Institucional-Compromiso por Puebla, Jorge Pedraza Almazán, con 5 mil 350 votos.
Según el PREP del Instituto Electoral del Estado, la mujer que recién recibió su constancia de mayoría estaba a una distancia de casi 4 mil votos de los 8 mil 334 de Abraham Salazar, del Movimiento Ciudadano y los 8 mil 168 de Edgar Salomón, del PAN-PRD-PSI.
Hay quien afirma haber visto rondar el cuarto de guerra de la favorecida por la alquimia electoral al consultor en comunicación política, Ramón Ramón, llevado de la mano de quien ha solicitado sus servicios de manera reiterada, Fernando Manzanilla Prieto.
Es apenas uno de los mitos que se han construido alrededor del discutible triunfo de Norma Layón, que habría echado por tierra otro paradigma en la historia reciente: el rechazo a la reelección.
Lejos de comulgar con el credo lopezobradorista, Layón es una auténtica réplica de los hacendados del porfiriato, templados bajos con conceptos más conservadores, rodeados más por peones que iguales.
Esa conducta reiterada hace prever un difícil segundo periodo de gobierno. Los agravios se concatenan y la gente no está dispuesta a callarse, como los lacayos que rodean a su serenísima majestad.
Parabólica escribe Fernando Maldonado