Así como pinta el panorama electoral derivado del análisis frío de los números que no admiten interpretaciones subjetivas, el PRI de Alejandro Moreno y de Néstor Camarillo no tendrá otra opción en 2024 que la pelea por los despojos de lo que el viento se llevó.

La ruta que queda al partido de los Moreira, Duarte, Peña Nieto, Borge y otros personajes de la misma hechura, será el de su efímero aliado en la elección del domingo 6, el Partido de la Revolución Democrática, a punto de la extinción.

La lección reiterada para el electorado, que dejó de votar por esa oferta política desde que comenzó la debacle, es que en el PRI cuando no roban, dejan matar a grupos delictivos, pero también pierden elecciones.

Y es que con el PRI de Camarillo y su camarilla, el expartido “de las mayorías” (así festinaban los voceros oficiosos del pasado) se obtuvieron los peores resultados electorales, lo que echa por tierra todo discurso triunfalista y algarabía, como el propio dirigente priista ha presumido en sus redes sociales.

Es la primera vez en la historia del CDE del PRI que no logra ganar un solo distrito electoral federal, aún con la alianza con el PAN y el aún más disminuido PRD.

Sólo logró ganar 2 distritos locales de mayoría, Zacatlán, por ejemplo los sigló el PAN.

Los votos obtenidos por el PRI en Puebla Capital es la votación más baja en la historia, lo que confirma el rechazo de la sociedad, la desaparición de la estructura que alguna vez tuvo y se diluye el mito del llamado “voto duro”.

Los candidatos a diputados del PRI en la capital bajaron la guardia, sospechosamente, días antes de la jornada y se quedaron sin representación en casillas; sólo es cuestión de revisar las actas de la jornada.

Según datos del propio Instituto Electoral del Estado, el mismo escenario de desencanto se vivió en los municipios conurbados a la capital: San Pedro y San Andrés Cholula, Cuautlancingo, Amozoc, Coronango, entre otros. Un desastre.

La ausencia de una estrategia y la inexperiencia llevó a entregar municipios como San Martín Texmelucan, Huauchinango, Ciudad Serdán, Tehuacán, Acatzingo, Tepeaca y Libres, entre otros.

Frente al desencanto general de la militancia y el desplazamiento de la cuadros notables en las regiones, la burocracia priista tomó posiciones de privilegio: plurinominales federales, locales y ayuntamientos. Ahí están familiares e incondicionales.

Un caso particular es lo sucedido en la Mixteca, en donde la lectura es que el PRI se convirtió a Morena para entregar dos veces a un cuadro dedicado toda su vida a la militancia: Alberto Jiménez Merino, primero como candidato a gobernador y luego a una diputación.

Inexplicablemente, nunca se reemplazó al candidato a la diputación federal por Tehuacán, Luis Cobo Fernández, detenido por los presuntos delitos de despojo y fraude en abril de este año. La plaza la cedieron ante los ojos llenos de ira y frustración de los militantes de esa región.

No existe duda: el partido que gobernó Puebla hasta 2010 caerá al cuarto lugar y lo único que quedará a la burbuja de Camarillo, alentado por Alito Moreno, será la disputa por los despojos en las posiciones plurinominales. Nada que celebrar.

 

@FerMaldonadoMX

parabolica.mx escribe Fernando Maldonado