El sujeto habrá bajado unos 30 kilogramos de peso. La imagen, aunque tomada a una distancia, se alcanza a ver delgado en extremo, casi enfermo. Muy lejos de la apariencia robusta, reflejo de la bonanza y plenitud desde que comenzó a escalar en el mando del gobierno que fue de 2011 a 2017, y luego se extendió hasta 2018.
Nada comparable con el hombre que para afirmar sus convicciones y conveniencias, solía fajarse con ostentación el cinto de piel fina y hebilla de la marca más exclusiva, en cuya parte superior siempre lucía una corbata de seda, el outfit de un don poderoso que impuso, negoció o persiguió.
Para nadie fue ajeno el áspero comportamiento cuando de “persuadir” se trataba a un líder opositor, ya fuera en la esfera política, legislativa o empresarial. Muy pocos fueron capaces de encararlo y algunos de quienes llegaron a oponerse a sus afanes, solían llevar la peor parte.
Nada de eso queda en el lugar en el que duerme desde que fue llevado ahí luego de su detención el 18 de marzo de 2020, acusado del probable delito de extorsión, imputación a la que luego se añadieron los de falsedad de declaraciones, manejo de recursos de procedencia ilícita -lavado de dinero- y enriquecimiento.
La fotografía mostrada al autor de la columna habla de una persona diferente, en toda forma, a la que acompañó al más poderoso operador que tuvo el fallecido Rafael Moreno Valle, coordinador de los senadores del Partido Acción Nacional, hasta que perdió la vida junto a su esposa y tripulación del helicóptero colapsado en diciembre de 2018.
Dos personas, además del autor de la Parabólica, han podido observar la misma fotografía del inquilino del penal de Tepexi de Rodríguez, captada a distancia, en un momento en el que salió a tomar el sol, y la conclusión es la misma: la vulnerabilidad de un hombre que se asumió poderoso, intocable por la justicia.
La fuente que compartió la imagen del personaje recluido, de quien aún penden etapas procesales complejas y difíciles de librar, dijo que lo habían sacado del oscuro y frío habitáculo para tomar una hora de sol al día.
El protocolo de ese modelo carcelario permite salir al patio general, acompañado de dos custodios, para poder exponerse a la luz del día y le permita generar melatonina, una poderosa hormona que permite a una persona sobrellevar periodos sombríos y evitar ser preso de condiciones de depresión y tristeza aguda, que daña de manera irreparable la condición humana.
La hora de sol, para alcanzar un mínimo estado de felicidad, no deja de ser una más de las paradojas en un hombre que llegó a personificar la plenitud económica, política… y el exceso sin límite en su entorno, al grado de perder la cuenta de la acumulación de recursos, bienes y placeres a lo largo de la época dorada de un imperio impúdico, ahora efímero.
Ya reportes extraoficiales compartidos en semanas previas hablaban de una resistencia al uso de medicamentos para paliar la hipertensión y de ansiolíticos. La fotografía es el reflejo absoluto, palmario, de un hombre acabado.
Parabólica.mx escribe Fernando Maldonado