Casi a finales de 2019, la escritora española Irene Vallejo publicó El infinito en un junco, un libro sobre la historia de los libros, el cual, apenas un par de días atrás anunció el nacimiento de su cuadragésima edición y con el que la oriunda de Zaragoza (1979) ha conquistado un sinfín de premios alrededor del mundo, además del encumbramiento en la esfera literaria internacional.
En esta obra, sin lugar a dudas uno de los mayores fenómenos literarios de las últimas décadas, se conoce el inicio de los libros, contado a través de las historias de escribas, reyes, conquistadores, libreros, sabios, aventureros, esclavos, entre otros personajes más.
Dentro del primero de los dos apartados en que se divide este libro, enfocado en la cultura griega, se relata minuciosamente la historia del joven conquistador Alejandro, quien, cuenta Vallejo, “tenía un vínculo obsesivo con el personaje de Aquiles, el guerrero más poderoso y temido de la mitología griega”.
“Lo había elegido de niño, cuando su maestro Aristóteles le enseñó los poemas homéricos y soñaba con parecerse a él. Sentía la misma admiración apasionada por él que los chicos de hoy en día por sus ídolos deportivos. Cuentan que dormía siempre con su ejemplar de la Ilíada y una daga debajo de la cama. La imagen nos hace sonreír, pensamos en el chaval que se queda dormido con el álbum de cromos abierto en la cama y sueña que gana un campeonato entre los aullidos enfervorizados del público”, relata la española.
Con algunos años más o menos, aquella historia me hace imaginar que, a raíz de lo realizado en el último torneo, donde se logró una clasificación histórica a la Liguilla como tercer lugar general y se logró disputar, doce años después, una nueva semifinal en el máximo circuito, no somos pocos los aficionados del Club Puebla que, al igual que el pequeño Alejandro, dormimos con nuestra playera enfranjada —a manera de Ilíada— mientras soñamos con, ahora sí, conquistar nuestra tercera estrella.
La afrenta suena complicada, sobre todo si se toma en cuenta lo ya mil veces platicado, analizado, y criticado sobre la actualidad de la Franja: un equipo que deberá afrontar el siguiente torneo sin cuatro de los futbolistas clave del campeonato pasado, con dos refuerzos que, más allá del beneficio de la duda, tampoco es que hayan generado una ilusión desbordante (el venezolano Fernando Aristeguieta y el chileno Pablo Parra), y algunas inclusiones de futbolistas jóvenes que vendrán a la escuadra enfranjada a cumplir, con hambre y garra, el sueño de sus vidas.
A pesar de su prematuro fallecimiento —32 años—, tras ser traicionado por su propio ejército ante su notable falta de lucidez y diversas enfermedades en sus últimos días, el tiempo catapultó a Alejandro como uno de los personajes más poderosos de la historia y, cuenta Vallejo, fue adoptado como símbolo nacional por los propios griegos, quienes durante la extensa opresión turco-otomana dispersaban leyendas en las que el gran guerrero volvía de la muerte para liberarlos del yugo. Que así sea.
Nos leemos la siguiente semana. Y recuerden: la intención sólo la conoce el jugador.
Atando Cabitos por Miguel Caballero