La falta de asepsia en la integración de las candidaturas a puestos de elección popular, así como la indefinición de las estrategias en las campañas sin los cuidados de la propia dirigencia y la falta de acompañamiento jurídico en Morena tendrá saldos negativos en un plazo perentorio.
La sesión del Consejo General del Instituto Nacional Electoral de este jueves, en la que estaba prevista el análisis y votación de más de 500 dictámenes sancionadores de la Comisión de Fiscalización, entre los que estaban los casos de Puebla, tendrá repercusiones inmediatas y futuras.
Sin adelantar vísperas, se puede anticipar que el reconocimiento que diversos integrantes del Consejo General hicieron del trabajo de la instancia responsable de cuantificar gastos y logística, prefigura una aprobación mayoritaria.
Así que cada uno de los aspirantes a ocupar un cargo de representación que terminen por ser sancionados con la anulación de los procesos electorales, sin oportunidad de volver a competir como lo establece la ley, serán espacios para el partido en el poder.
Otra secuela que habrá que prever es el proceso de sucesión en la dirigencia local de Morena, aún en manos de Edgar Garmendia de los Santos, quien estará envuelto en dos hipótesis irreductibles.
La primera de ella es la que sugiere que Garmendia de los Santos operó desde la comodidad de su sillón para hacer tropezar a quienes obtuvieron la nominación, aún en contra de sus fobias políticas, evidentes en el proceso interno de selección.
La falta de pulcritud, el evidente afán de desquite y voluntarismo lo colocaron muy lejos del sensato y maduro dirigente que un partido político de la dimensión de Morena necesitaba en momentos en que toda la oposición política espera el derrumbe.
El de la traición no es el mejor de los escenarios para quien aspira a quedarse en el liderazgo y del que, ya se sospecha, actuó en contra de los principios e intereses de su partido y su militancia o sus seguidores.
El otro, que tampoco es precisamente ejemplo de eficacia política y conocimiento de la ley electoral, es el de la inoperancia. Garmendia y sus secuaces son una plasma de la inoperancia política y electoral, y deberán pagar por todos esos excesos y los saldos serán definitorios.
También pagarán el no haber hecho el acompañamiento jurídico debido para evitar que la Comisión de Fiscalización del INE diera un palo a quienes antes de este jueves tenían condición de autoridades electas, tras la elección del 6 de junio.
La extenuante sesión de Consejo General, que hasta antes de escribir esta entrega, más de la media noche, se preveía hasta por 10 horas, tendrá repercusiones insospechadas, pero por el volumen que acumuló Morena en Puebla, hace que el perfil de Edgar Garmendia sea intransitable en el proceso interno para definir a un nuevo liderazgo.
Los términos usados en la sesión de pleno del Consejo General hasta le medianoche era complejo, pero no hay duda que hubo un exceso en las atribuciones del dinero destinado para competir como fuerzas políticas.
@FerMaldonadoMX
Parabólica escribe Fernando Maldonado