La gimnasia artística femenil ha otorgado al olimpismo nombres propios como los de Larysa Latinina quien hasta la aparición de Michael Phelps ostentaba la marca de la más medallas ganadas en juegos olímpicos; Vera Caslavska brilló intensamente en Tokio 64 y México 68 y se convirtió en una voz para pedir mayores libertades en Checoslovaquia, pero esa disciplina alcanzó un nivel mediático mayor a partir del famoso diez perfecto de Nadia Comaneci en Montreal 76 https://www.youtube.com/watch?v=Yl9QpC8_LiE&t=45s.
Nadia fue la primera reina mediática de la gimnasia, fue figura en un país cuyo dictador comprendió la importancia del deporte como elemento propagandístico en un mundo dividido entre comunistas y capitalistas, así tras brillar en Montreal 76, Nadia fue competitiva en Moscú 80 pero no alcanzó el brillo anterior aquejada por sus propios demonios, luchando contra desórdenes alimenticios, una presión muy fuerte en su país y hasta unos jueces que la castigaron en su duelo con las soviéticas https://www.youtube.com/watch?v=_TQG8r9XaY8.
Tras Nadia hubo muchas gimnastas destacadas, de gran técnica o muy explosivas pero no alcanzaron un peso mediático tan grande, en ese lapso aparecieron desde Mary Lou Retton, Gabriela Zsabo, Daniela Silivas, Yelena Chochounova, Svetlana Boginskaya, Dominique Moceanu para abrir una nueva etapa con Svetlana Korkhina, Simone Amanar y más cerca Nastia Liukin, pero pese a su gran calidad no crearon ese peso mediático que sí tuvo Nadia, hasta que apareció Simone Biles quien brilló en Río 2016 con cuatro títulos olímpicos y en su trayectoria ha sumado 19 campeonatos mundiales, además de revolucionar la gimnasia ya que varios especialistas consideran que incluso los jueces no están preparados para calificar los ejercicios de Biles ya que son adelantados a su tiempo; Biles se convirtió en la cara de una nueva generación no sólo de gimnastas sino de seguidores de la gimnasia generando el segundo parteaguas mediático para esta disciplina https://www.youtube.com/watch?v=RW94mABPEpw.
Biles ha pasado por muchas situaciones que ninguna persona debería afrontar como abuso sexual y psicológico, porque esa reina de la gimnasia fue parte del equipo femenil cuya federación prefirió esconder el abuso sexual del doctor Larry Nassar porque estaba teniendo mucho éxito, escondió durante muchos años que sus gimnastas eran violentadas y también generó una cultura de abuso mental por parte de los entrenadores. Las jóvenes que llegaban a la selección de Estados Unidos afrontaban primero los abusos de sus entrenadores que las llamaban “gordas” y les escondían las comidas para después ser víctimas de Larry Nassar quien era el único amigable en la organización; la cultura de encubrimiento no sólo se dio en la federación de gimnasia de Estados Unidos, también en el comité olímpico estadounidense y en la Universidad estatal de Michigan.
Años de abuso sexual y psicológico finalizaron cuando las primeras valientes empezaron a contar sus historias y un medio, el Indianápolis Star, inició una investigación que destapó el escándalo.
Esa multicampeona mundial y olímpica, esa revolucionaria de la gimnasia llamada Simone Biles fue parte de esa cultura tóxica, pero hoy que en plenos juegos olímpicos ha frenado su participación reconociendo, de forma valiente, que lucha contra sus demonios y que es un tema de salud mental, todos hemos salido a señalarla, desde atletas reputados que defienden que la presión va emparejada con el deporte de alto rendimiento, hasta especialistas y columnistas de diversos temas que ahora se han sumado a la cobertura olímpica.
Biles no es la primera que sufre esos episodios, pero junto con Naomi Osaka ha tenido la valentía para darlos a conocer; la historia del deporte está llena de grandes figuras que lucharon con su salud mental y estuvieron a punto de perder su vida deportiva: la tenista Jennifer Capriatti quien pasó de niña prodigio a tener problemas de adicción, antes de que el mismo tenis le ayudará a salir, Bjon Borg se retiró temprano de la actividad deportiva, la propia Nadia escapó de Rumania, pero también está la historia del buen guardameta alemán, Robert Enke quien siempre tuvo problemas de depresión hasta que se terminó suicidando. Por eso, lejos de juzgar a una deportista de élite que reconoce tener problemas de ansiedad o depresión, tendríamos que escucharla, en estos casos, los lugares comunes que aluden al deporte ya no son válidos, nadie sabe lo que vive Simone Biles, o lo que ha tenido que superar, también hay otros casos como el de la gimnasta española, Roxana Popa quien regresó en Tokio 2020 tras una grave lesión de rodilla que fue acompañada por depresión.
Un atleta de alto rendimiento no es un robot, es una persona que ahora ante la ambición desmedida de los medios y organismos deportivos cada vez tiene menos tiempo para su descanso físico y mental (los horarios del tenis olímpico que se modificaron hasta hoy ante las quejas de los tenistas pero donde la Federación Internacional de Tenis sólo cedió tras las duras imágenes de la española Paula Badosa acusando los efectos del calor, son otra muestra de la relación federaciones y medios en la que el atleta es el último en quien piensan). Ojalá Biles se recupere pero su valiente acto de renunciar a dos finales debe generar una mayor conciencia sobre la importancia de la salud mental en la vida del deportista y en la vida de todas las personas.
@abascal2
El Blog de Puebla Deportes escribe Antonio Abascal