El índice porcentual de vacunación en Puebla sigue en el sótano respecto de otros estados del país, pero los poblanos siguen aprobando la gestión de Andrés Manuel López Obrador, el presidente de México a quien le tocó lidiar con la pandemia de Covid-19.
El dato saltó la semana pasada cuando Miguel Barbosa llamó a la Federación a voltear a Puebla, el estado de la República que al jueves 5 y viernes 6 no se tenía más allá del 32 por ciento de vacunación contra el SARS-CoV-2, no obstante el llamado reiterado a subir el número de dosis para las y los poblanos.
En ese tenor, es deben poner de relieve refranes dicharacheros del propio tabasqueño al hablar en sus conferencias mañaneras, y que visto en perspectiva, parece haber olvidado deliberadamente: “amor con amor se paga”, dijo en una de sus múltiples exposiciones.
El especialista Rodolfo Rivera Pacheco, director del Buró de Estrategias y Análisis del Poder SC (BEAP), acaba de publicar la primera encuesta de aprobación de López Obrador tras los comicios del domingo 6 de junio, y el porcentaje entre poblanas y poblanos en la capital continúa alto, con casi 7 de cada 10 personas.
Mientras el andamiaje que soporta al Sistema de Salud de Puebla cruje por el incremento de nuevos contagios y que de acuerdo con un acumulado de esta semana supera los mil, los criterios utilizados por el gobierno federal en materia de envío de antídoto, elaborados en diversos laboratorios, para el territorio sigue por los suelos.
Entidades como Tlaxcala, Chihuahua, Querétaro e Hidalgo superan hasta por dos dígitos los porcentajes de envío de vacunas contra Covid-19. Esas entidades tienen una característica: todos son gobernados por mandatarios de oposición.
El vecino estado tiene un índice de vacunación de 53 por ciento; Querétaro, el estado en el que el mayor porcentaje de desaprobación tiene el presidente, registra un 55 por ciento de vacunas; e Hidalgo, el estado en el que el priista Omar Fayad propinó una paliza electoral a Morena, tiene hasta un 59 por ciento; y en Chihuahua, con un gobernador marcado por la beligerancia como Javier Corral, tiene un 75 por ciento.
Imposible evitar pasar por el tamiz de la política los impulsos que animan el envío de dosis para contener la pandemia en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
La Ciudad de México, de Claudia Sheinbaum Pardo, ya tiene más de la mitad inmunizada con al menos una dosis al alcanzar un 56 por ciento de la distribución de vacunas, y Puebla, que posee un gobierno aliado, sigue relegado.
Hace dos semanas que el titular de Salud, José Antonio Martínez, había estimado el arranque de la jornada de vacunación universal para personas de 18 años en adelante y no sucedió, porque el monopolio del otorgamiento de los biológicos está en la Federación.
Contrariado, Miguel Barbosa exigió gestiones para recibir la misma proporción de vacunas que en la CDMX. Tampoco sucedió, porque el tabasqueño consentido por los poblanos olvidó desde Palacio Nacional que “amor con amor se paga”,y eso se llama ingratitud.
parabólica.mx escribe Fernando Maldonado