Las notas de la bella canción “Mi ciudad” -de Eduardo Salas y Guadalupe Trigo- entonó el mariachi que acompañó su despedida, cuando Marcelo Luis Ebrard Casaubón vino aencuentro con los reporteros, para dejarlos con más ganas que respuestas:

-Señor, las encuestas -fue la pregunta en vozmasiva.

-No son tema -respondió el canciller, quienrecién había cortado el listón de las nuevasoficinas de la Secretaría de RelacionesExteriores (SRE), en la ciudad de Puebla.

Volaron más interrogantes en los pocosminutos de entrevista.

-La sucesión presidencial… -fue otrapregunta que intentó un reportero, cuando fueinterrumpido por Marcelo.

-Todavía no es tiempo.

Los halagos

La visita de Marcelo Luis fue unaoportunidad para los halagos y él también leencendió incienso al gobernador y a Puebla.

En el acto, las palabras fueron elocuentes.Ebrard intercambió algunas impresiones con el gobernador, en sus asientos del presídium y, en su oportunidad al micrófono, lereconoció su disposición:

“El gobernador Barbosa ha estado pendiente (de las nuevas oficinas), con muchamodestia, no lo anda presumiendo, pero es laverdad. Muchas gracias, Miguel, por tutrabajo y por los apoyos que nos das paranuestra tarea en todo el mundo; hacemosequipo para eso”, le dijo Ebrard.

Entre los invitados estuvo la casi exalcaldesade Puebla capital, Claudia Rivera Vivanco.Con la experiencia y conocimiento de los protocolos, los organizadores de la Cancillería la colocaron en primera fila, pero abajo del templete. En las jerarquías no hubo confusiones.

En su discurso, Barbosa dejó salir alparlamentario, el de la puntualidad protocolaria.

“Puebla recibe de gala a Marcelo Ebrard, al canciller mexicano (…); Puebla se engalana con la presencia de Marcelo Ebrard,porque es un hombre con una carrera política pública  muy destacada a lo largo de ya mucho tiempo…”

Tras el recorrido por la nueva sede, de lamano de su esposa, la diplomática hondureña Rosalinda Bueso Asfura, el canciller subió al vehículo que lo condujo a Casa Aguayo, endonde lo esperaba el gobernador Miguel Barbosa Huerta, que se adelantó tras losdiscursos.

Al sabor de unos Chiles en Nogada, cuya preparación tuvo el toque de Rosario Orozco Caballero, esposa del gobernador de Puebla, charlaron los dos viejos conocidos. Hablaron en la intimidad familiar que el de Zinacatepec imprime con sus cercanos, en la sede del Poder Ejecutivo estatal.

Fue una intimidad con la mirada en el futuro.