Aunque su estilo es predominantemente rijoso, desde muy joven, en realidad Andrés Manuel López Obrador puede ser un estupendo conciliador. Sobre todo, cuando el terreno alto le favorece, que finalmente es una forma de ganar sometiendo.

Así está ocurriendo con los votos que requiere del Partido Revolucionario Institucional (PRI), para aprobar su reforma eléctrica, que implica la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, primero, y el Senado, después, ya que implica cambios constitucionales.

(“En terreno accidentado, si eres el primero en llegar, debes ocupar sus puntos altos y soleados y esperar al adversario. Si éste los ha ocupado antes, retírate y no lo persigas”. “El Arte de la Guerra”, Sun Tzu)

Es muy sencillo suponer que los diputados priístas, entre ellos el presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), Rafael Alejandro Moreno Cárdenas, al que apodan “Alito”, se están entregando fácilmente al lopezobradorismo y que asestarán una nueva “traición” al país.

Efectivamente, la reforma que propone el Presidente de la República plantea el fortalecimiento de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), para que la mayoría de esta energía, 54 por ciento, sea abastecida por el Estado y solamente 46 por ciento por la Iniciativa Privada.

Dependiendo del cristal con que se mire, se trata de una propuesta “nacionalista” o “regresiva”, que limita el libre mercado. Es un debate interminable.

Lo evidente es que los 277 votos que las bancadas de Morena, PT y PVEM reúnen no son suficientes para alcanzar los 334 sufragios que la reforma constitucional requiere en la Cámara de Diputados.

Le faltan 57 votos al Presidente. Los priístas son 71 en la Cámara de Diputados.

Las bancadas de los partidos Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD) han dicho que no apoyaran la reforma en ninguna circunstancia.

El tricolor la analiza y se ha cerrado el ojo al tabasqueño, tanto como Andrés Manuel lo ha hecho con los priístas.

Públicamente ha invitado a gobernadores de ese partido, que dejarán sus encargos pronto, a ser embajadores de la Cuarta Transformación (4T).

Pareciera un ofrecimiento muy menor, pero hay mucho más. Ahí está la noticia falsa -hasta ahora-, para alarmar a los adversarios, de que el todavía gobernador de Oaxaca, Alejandro Ismael Murat Hinojosa, podría llegar a la titularidad de la CFE.

El silogismo es muy básico: Alejandro es hijo del también ex gobernador José Murat Casab, padrino del dirigente priísta “Alito”, y a quien muchos ven como el verdadero líder del tricolor. Luego entonces, es un acuerdo Murat papá y AMLO.

¿En realidad al PRI le convino tanto la alianza con el PAN? Yo creo que no. Creció en curules, federales y locales, y municipios, pero en territorios en donde de por sí era la fuerza dominante.

Encima, si la alianza “Va por México” se reedita en 2024, en la elección presidencial, el candidato sin duda será un panista.

Más todavía: en este 2022 hay seis gubernaturas en juego. El PAN quiere retener cuatro: Aguascalientes, Durango, Quintana Roo y Tamaulipas. El PRI busca conservar Oaxaca e Hidalgo.

Es un tema aritmético y de coyuntura. Al PRI, no nos engañemos, le conviene más estar con López Obrador, que con el PAN.

 

@Alvaro_Rmz_V

Piso 17 escribe Álvaro Ramírez Velasco