El índice de criminalidad en la capital cruza por la vendimia callejera. No se criminaliza a los vendedores ambulantes, pero existen líderes de esa actividad que además de regentear las calles del Centro Histórico y zonas populosas de la capital, son el rostro visible de actividades delincuenciales.

El gobierno de Eduardo Rivera Pérez, su secretario de Gobernación, Jorge Cruz Lepe; y su muy probable titular de Seguridad, Armando Álvarez, deberán trabajar a contrarreloj.

La herencia maldita de la administración municipal, que termina a la media noche de este jueves, es uno de los mayores retos ante la creciente expectativa de una sociedad lastimada, indignada e insatisfecha.

El exsecretario de Gobernación de Claudia Rivera, René Sánchez Galindo, dijo en su momento al autor de la columna sobre la existencia de actividades y modus operandi en la capital de estos grupos, similar a los de la delincuencia organizada, poseedores de mecanismos para mover productos prohibidos y rutas de escape por las azoteas de las viejas casonas, las cuales permiten establecer capacidad logística muy por encima de cualquier organización.

Otro exfuncionario de la administración de Rivera Vivanco admitió al columnista la existencia de una expresión del Cártel Unión Tepito, el más sanguinario de la capital del país, pero en las calles del Centro Histórico de la capital.

En poder del reportero hay una ficha con el número de denuncias existentes ante la Fiscalía General del Estado, que suman 28, casi todas por el presunto delito de resistencia de particulares, pero también por extorsión y hasta amenazas.

El naciente gobierno deberá lidiar, negociar y contener a líderes con características propias como las de Federico “El Fede” López Flores y Martín Juárez Sánchez, poseedores de un perfil criminógeno particular.

Ambos sujetos tienen facilidad para socializar y con un egocentrismo exacerbado gustan de imponer su voluntad pese a todo, y carecen de algún tipo de preocupación por conductas antisociales.

Son psicopatías propias de los dirigentes de Fuerza 2000 y la 11 de Marzo, las más visibles de la jungla en la que se convirtió el espacio vital de los poblanos, como es el Centro Histórico de la capital.

Se trata de uno de los panoramas más complejos en la vida pública en la ciudad, es quizá por ello que Rivera Pérez, acompañado de su esposa Liliana Ortiz y algunos de los futuros integrantes de su equipo de trabajo, decidieron encomendarse a Dios la mañana de miércoles en la Iglesia del Cielo, en la colonia La Paz.

Lalo Rivera, como lo llaman quienes lo conocen bien, requerirá de la mano divina, pero también de la voluntad política de todos.

 

@FerMaldonadoMX

Parabólica.mx escribe Fernando Maldonado