Algo quedó muy claro con la visita de Andrés Manuel López Obrador a Puebla estos domingo y lunes: la relación con el gobernador Miguel Barbosa Huerta está muy sólida.
Los reconocimientos presidenciales fueron precisos: por la atención del gobierno del estado a los damnificados por el huracán “Grace”, en la reunión que se celebró en Huauchinango, el domingo; y luego por el compromiso de Barbosa con la seguridad pública, durante la mañanera de este lunes, en la capital poblana.
En esta mañanera a la que, por cierto, no fue requerida la alcaldesa capitalina saliente, la morenista Claudia Rivera Vivanco, a pesar de que su equipo había insistido en filtraciones de que habría un apapacho del tabasqueño. No ocurrió. Ni de cerca, ni de lejos. Ni en público, ni en privado.
No puede descartarse que la presunta imprudencia de Claudia, de filtrar la conversación privada entre el gobernador y el Presidente, en una mañanera anterior en Puebla, le valieron ser excluida.
En esta visita y por encima de las versiones falsas que llevaban constantemente los detractores del mandatario poblano a Palacio Nacional, López Obrador tuvo la oportunidad de comprobar, una vez más, con sus propios ojos la realidad de Puebla y de su mandatario.
Andrés Manuel no es muy proclive a lanzar lisonjas. Menos dos días seguidos y con tanto énfasis.
Con ello también se echó por tierra la versión de quienes buscaron magnificar la protesta del domingo en Huauchinango.
Por supuesto, hubo un grupo disonante, que quiso sacar raja política con la irrupción. Pero ha habido un rotundo fracaso en la intención de aparentar que ese portazo, que luego término en aplausos para el tabasqueño, fue una derrota para el gobierno del estado.
Lo han intentado sembrar con veneno quienes no saben que toda la logística del acto y la seguridad estuvieron a cargo de la Presidencia de la República; de nadie más.
Cómo ocurren en todos los estados, la administración local hizo un trabajo de apoyo, pero nunca definió absolutamente nada.
Es más, no hubo funcionarios estatales presentes más allá de los estrictamente necesarios, en el contexto de la gubernatura y de Comunicación Social.
En cambio, sí estuvieron funcionarios de la Delegación en Puebla de la Secretaría de Bienestar federal.
Algunos han pretendido hacer suponer que las protestas fueron contra la administración estatal, pero la verdad es que ni una sola pancarta fue en ese sentido, sino que las quejas señalaron directamente a la dependencia federal y al Censo “incompleto” que realizó en los municipios afectados.
Por cierto, los funcionarios de la Delegación en Puebla de Bienestar confiaron que no tienen contemplado ningún relevo próximo y menos en la actual titularidad, que ocupa Vida Inés Vargas Cuanalo, quien lleva poco más de un mes en el cargo.
Eso, lo tienen claro, aunque algunos han candidateado a Rivera Vivanco para el puesto.
Efectivamente, la visita de López Obrador dejó señales claras y omisiones, y desdenes más claros, aunque muchos no los puedan, ni los quieran, ver.
Piso 17 escribe Álvaro Ramírez Velasco