Cuando en 1995 ganó Gabriel Hinojosa la Alcaldía de Puebla capital, inauguraba también la posibilidad de la alternancia de partidos al mando de los destinos de nuestro Municipio. “Alternabilidad” decían los españoles de la transición.
El primer gobierno municipal panista de Hinojosa no satisfizo a la opinión pública y la gente quiso regresar al PRI con Mario Marín, un candidato muy popular en ese entonces.
Marín fue muy popular en su gestión, pero la oleada nacional panista por la alternancia que llevó al triunfo a Vicente Fox en el año 2000, hizo ganar también a Luis Paredes en 2001 y el blanquiazul volvió a gobernar Puebla.
Paredes quiso hacer proyectos ambiciosos pero controvertidos que no le gustaron a la gente, además de recibir una andanada mediática que pocos gobernantes aguantan y el PAN vuelve a perder el Municipio, para retornar un gobierno priísta con un buen candidato, el ex Rector Enrique Dóger.
Dóger entendió que había que medir lo que querían los poblanos y con proyectos simples como puentes vehiculares y obras en vialidades siempre estuvo bien calificado por la opinión pública y eso provocó que Blanca Alcalá ganara fácilmente la siguiente elección capitalina a otro pésimo candidato panista, que fue Antonio Sánchez Díaz de Rivera. Moraleja: Las circunstancias nacionales, la situación local, la gestión anterior… todo influye para el resultado de una elección, pero un mal candidato influye determinantemente.
Blanca Alcalá hizo una buena gestión también. Lo dicen todas las mediciones demoscópicas y terminó muy bien calificada por los poblanos. Pero se enfrentó ahora a una ola estatal a favor del PAN, construida inteligentemente por Rafael Moreno Valle, quien tuvo que aceptar que su ahora partido lanzara a Eduardo Rivera a la Alcaldía. Y ganaron.
Los dos siguientes Alcaldes de Puebla, Gali y Luis Banck eran simplemente apéndices del Gobernador Moreno Valle. Y ambos siguieron el principio morenovallista al pie de la letra: El gobierno como modelo para hacer negocios. Hoy nos enteramos de el inmenso latrocinio de esas dos gestiones.
Por eso en 2018 creció la ola antri PRI-PAN en todo el país. Y la alternancia regresó una vez más a Puebla. Claudia Rivera fue la segunda mujer en la Presidencia Municipal de la capital ahora con un nuevo partido: MORENA. Y las expectativas en su gestión eran altísimas. El problema es que no es lo mismo ser oposición que gobierno. La gente ya no te espera mucho para que haya resultados concretos a sus demandas y una enorme expectativa se convierte pronto en enormes reclamos. Rivera Vivanco no hizo una mala gestión en cuanto a manejo de los recursos (incluso ahorró), pero tampoco hizo obras visibles, ese fue su gran problema.
Y la alternancia regresa por cuarta o quinta vez al Municipio de Puebla. Regresa el PAN con Eduardo Rivera Pérez. Tiene como ventaja el que ya conoce bien el manejo de las finanzas. Pero su gran reto y latente desventaja son nuevamente las enormes expectativas de la gente: Si no hay resultados visibles pronto… la desilusión ciudadana será directamente proporcional.
Las gestiones municipales son muy cortas. La gente exige demasiado (con justa razón, porque hay un presupuesto de miles de millones por ejercer) y ya no te da tiempo para pruebas o experimentos. Estamos hartos de que se reinvente la ciudad con cada cambio de partido y se supriman obras ya existentes o no se les de mantenimiento solo porque las hizo el anterior. Y desde luego estamos asqueados de que haya funcionarios municipales ladrones (obra pública e infraestructura, administración y compras y desde luego giros comerciales y permisos a nivel municipal, las áreas donde TODOS sabemos que hay fugas de recursos). Eduardo Rivera quiere ser candidato a Gobernador en 2024. Tiene una enorme oportunidad de serlo, pero también se debe resistir a la enorme tentación de desviar recursos públicos municipales para su proyecto electoral. La gente se va a dar cuenta de inmediato. Y eso se reflejará en las mediciones de opinión pública. Lo sé, lo saben… lo sabemos.
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