La oposición “moralmente derrotada”, que representan personas como el expresidente Felipe Calderón Hinojosa, y el candidato derrotado al gobierno de Puebla, Enrique Cárdenas, no quiso advertir un episodio en el que dos antagonistas ideológicos encontraron un motivo común en Puebla.

Eran Miguel Barbosa, el gobernador, y un Eduardo Rivera que el viernes pasado protestó el cargo para presidente municipal en la segunda mitad del mandato del primero que, paradójicamente, pinta para el entendimiento y trabajo coordinado como nunca sucedió con el conjunto de improvisados que encabezó Claudia Rivera Vivanco, de la que por cierto ya nadie se ocupó.

En efecto, Felipe Calderón y la arrogancia de la que suele hacerse acompañar, estuvo pero no acompañó las piezas oratorias de Barbosa ni de su correligionario y edil de la capital, prendido al teléfono celular en la hora que inició la sesión de Cabildo en el Centro Expositor.

En tanto, el académico Cárdenas, distinguido por acompañar múltiples causas de la sociedad bajo diversos membretes, evidenció que también es capaz de poseer talante intolerante. Abandonó el recinto apenas comenzaba el discurso Miguel Barbosa, el candidato que lo venció como abanderado del PAN en la elección extraordinaria de 2019.

El tufo de ambos personajes venidos a menos no fue lo más destacado de la jornada política del viernes 15, en la que Barbosa fue de un municipio a otro para acompañar nuevas autoridades municipales, de las que destacan las de otros partidos, diferentes al propio.

En San Pedro y San Andrés Cholula, Teuhacán, Huauchinango, Zacatlán y la capital, Barbosa expuso oficio, como el más completo tribuno y parlamentario tejió con las presidentas y presidentes municipales con quien deberá recorrer el segundo periodo de mandato, ofreció trabajo coordinado y comunicación fluida.

En la ceremonia de la capital para la que fue habilitado el Centro Expositor, ofreció respeto a líderes de los partidos que acompañaron a Eduardo Rivera, el nuevo edil capitalino, entre los que se encontraban Marko Cortés, del PAN; Jesús Zambrano, del PRD; y Pedro Jiménez León, del Movimiento Ciudadano.

Gobernante y presidente municipal fueron recíprocos, atentos y políticamente correctos sin claudicar posiciones ideológicas divergentes. Barbosa condenó la opulencia del pasado panista con Rafael Moreno Valle y Antonio Gali, de los que el propio Rivera Pérez fue víctima y perseguido.

Desde su sitio en primera fila, callado, un Miguel Ángel Osorio, beneficiario conspicuo de la febril actividad en materia de obra pública y protector del morenovallismo desde su posición como secretario de Gobernación, debió acusar recibo de las críticas de dos políticos de militancia diversa convertidos en blanco de ese clan mafioso.

Dato que destacó el fin de semana fue el retiro de las calles de 5 mil vendedores ambulantes de 23 organizaciones callejeras. Desde el viernes, más de 99 por ciento se retiraron ante la llegada del nuevo edil.

Comprometieron ambos mejor seguridad y reactivación, pero las diminutas figuras de Felipe Calderón y Enrique Cárdenas prefirieron atender sus malos humores y destilar la hiel de los frustrados perennes.

 

@FerMAldonadoMX