Sin decoro y, peor aún, sin estrategia política, Alejandro Rafael Moreno Cárdenas, presidente nacional del PRI, entregó ya la franquicia de su partido al PAN en Puebla y lanzó un guiño, con aroma a ruego, al presidente municipal capitalino, Eduardo Rivera Pérez, para que sea su candidato a la gubernatura de Puebla en 2024.

En una entrevista el sábado pasado, previo a la Asamblea Estatal, el presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) y exgobernador de Campeche definió ya un proceso de selección que, al menos internamente, su partido tendría que vivir hasta dentro de más de dos años.

“Es un buen cuadro, es gente valiosa. Hay que ponerle el ojo siempre, va a dar buenos resultados. Sin duda es un cuadro importante que todos nosotros vemos bien”, dijo el apodado “Alito”, en su visita a Puebla.

Vayamos por partes: evidentemente el Partido Revolucionario Institucional (PRI) no tiene posibilidades de triunfo si va solo en las elecciones de 2024, para la gubernatura.

De eso los priístas más que nadie lo saben y lo dan por descontado.

Sin embargo, esta pronta entrega de su dirigente nacional los abarata, los ofrece a un precio muy cómodo y los pone en remate, y para las rebajas de enero todavía falta mucho, más todavía para el tianguis de 2024.

Finalmente, el tricolor poblano sí tiene, al menos para el amago y la negociación en la mesa, cuadros que pueden aspirar a la candidatura al gobierno del estado.

Por supuesto, nadie por encima de Eduardo, lo que es muy lamentable para los mismos priístas, pero finalmente hay madera.

De entrada, está el coordinador de los diputados locales de PRI, Charbel Jorge Estefan Chidiac, y hay otros que al menos pueden salir a defender la camiseta.

“Alito” le ha quitado a ellos y a ellas la posibilidad de encarecer y ponerle algunas condiciones a una muy probable alianza.

Presentarse así, sin identidad y sin cartas, a la mesa de negociación que, seguramente, se dará con el Partido Acción Nacional (PAN), ahora controlado también por el grupo de Rivera Pérez, que extirpó el intento de resucitación del morenovallismo, es un mal negocio.

Aunque muchos priístas poblanos seguramente aplaudirán las declaraciones de Moreno Cárdenas, en realidad debieran estar indignados por la prontitud con que se ha puesto y los ha puesto de rodillas ante Eduardo y el PAN (aunque ellos mismos en este tenor han hecho un gran trabajo).

Un tema es bien seguro, con lo que se puede ver desde ahora y con más de dos años por delante, el PRI sí puede ofrecerle a Eduardo un acompañamiento político, operadores en todo el estado, la disciplina de sus cuadros y de sus bases, que bien le harían falta, si el hoy presidente municipal emprende una campaña a la gubernatura.

Sin embargo, “Alito”, quien tiene sobre la cabeza la guillotina amenazante de las presuntas irregularidades que dejó como gobernador campechano, cargo que dejó inconcluso para irse a dirigir al PRI en el vetusto edificio de Insurgente Norte, los ha ofrecido en remate.

El capital, los militantes, los cuadros y las cualidades del tricolor como partido las dio “Alito” en pronta entrega.

En otros espacios le dicen más feo.

 

@Alvaro_Rmz_V

Piso 17 escribe Álvaro Ramírez Velasco