La laxitud de Genoveva Huerta, como dirigente del PAN, pasa por el establecimiento de alianzas con impresentables como Inés Saturnino López Ponce, el exedil de Tecamachalco, y con un largo historial de abusos.
Pero también con Ignacio Mier, el coordinador de los diputados federales de Morena, quien mantiene línea directa con Mario Delgado; o con Fernando Manzanilla, el saltimbanqui de la política, como se ha documentado con solvencia.
La inmoralidad política de esta mujer que busca mantenerse al frente de ese partido, convertido en vulgar franquicia, da para nutrir una amplia galería de indignación que se puede observar en perspectiva.
Otro ejemplo de esa forma de ejercer el liderazgo es la reincorporación de Marcelo García Almaguer, el amanuense de campañas negras en el ámbito digital al servicio de las causas más innobles, junto con Eukid Castañón, de quien ya no es necesario hacer presentación alguna, y al propio Manzanilla.
En noviembre del año pasado, cuando Huerta Villegas presumió el retorno de quien había intentado constituir una bancada independiente en el Congreso, sin antes haber abandonado la posición que Acción Nacional le cedió por la vía plurinominal, no fueron pocos los liderazgos que recordaron un episodio de oprobio para el panismo nacional.
Héctor Larios, secretario general del CEN y compañero de bancada de Rafael Moreno Valle, muerto en el accidente de diciembre de 2018, le recriminó públicamente en una reunión en el Comité Ejecutivo Nacional haber votado como legislador local en favor del nombramiento de un gobernador interino diferente a la propuesta de Acción Nacional.
En efecto, el voto del panista de ese tiempo había sido a favor de Guillermo Pacheco Pulido. Su argumento frente al panismo ahí reunido fue que no iba a contrariar la voluntad del presidente Andrés Manuel López Obrador, el líder político que un día sí y al otro también define a muchos panistas como fifís, inmorales, ladrones y conservadores.
Una mezcla de azoro, primero, y enojo después, cundió en ese encuentro. Héctor Larios, un jalisciense entrón de 66 años, levantó la voz para darle al amanuense de su difunto tutor político una cátedra de congruencia y doctrina panista que nadie en su puberta actividad militante le había dado.
Su responsabilidad como legislador debía haber sido defender los intereses del partido que, según la apreciación del momento, había ganado en la mesa del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación el 18 de diciembre de 2018, tras la crisis postelectoral de julio de ese año, día de la jornada.
Un panista que cita con elocuencia y precisión a los doctrinarios del panismo, Juan José Rodríguez Prats, consideró en una entrevista con el columnista que la militancia debería ponderar entre una oferta y otra en la elección del domingo 14. Razón no le faltaba.
@FerMaldonadoMX
parabolica.mx escribe Fernando Maldonado