El extesorero Leobardo Rodríguez cumplió a medias la encomienda de cuidar la espalda de su jefa, la expresidente municipal, Claudia Rivera Vivanco, a la hora de que la basura comenzó a asomar debajo de la alfombra.
Temprano, la tesorera municipal, María Isabel García Ramos, acusó a la gestión pasada de haber utilizado para otros fines 41 millones de un fondo de contingencia, lo que significó no tener recursos para solventar compromisos que la explosión de San Pablo Xochimehuacán impusieron en las últimas horas.
Fue la primera acusación directa del gobierno municipal entrante a quienes antecedieron, envueltos muchos de ellos en la sospecha del uso indebido de dinero público.
Ocurrente, locuaz como es, quien antes de la denunciante había ocupado dos cargos clave en el manejo de las finanzas, como la Secretaría de Administración y la Tesorería, Leobardo Rodríguez respondió a medias, y mal, para terminar por admitir lo que con otras palabras ya se había subrayado: el desvío de dinero de un fondo contingente como lo establece la Ley de Disciplina Financiera.
“Conforme va avanzando el año… el ejercicio fiscal, van surgiendo otras necesidades que no fueron planeadas a principios de año (…) el presupuesto tiene las características de ser flexible”, dijo el guardaespaldas de la morenista Rivera Vivanco.
En buen español, el ahora regidor terminó por admitir haber incurrido en un delito en el contexto de la llamada Ley de Disciplina Financiera, de la que deberá dar cuenta, si es que más allá de la retórica partidista se consigue constatar ese señalamiento.
No fue exactamente lo que el mismo personaje dijo hace unas semanas, apenas vencida Rivera Vivanco en las urnas el 6 de junio.
En una conferencia que estuvo encabezada por la propia Rivera Vivanco, había dicho que “vamos dejar recursos suficientes y necesarios, un soporte financiero necesario para hacer frente” a las responsabilidades del gobierno entrante.
El orondo que ahora ocupa una regiduría en el Ayuntamiento capitalino no lo ha advertido, pero el grupo político al que pertenece deberá enfrentar el periodo más turbulento, con una variable: no poseen más aliados ni recursos para una adecuada defensa.
No por una rivalidad ideológica o política, sino porque, por primera vez, desde que el 15 de octubre entró en vigor la nueva gestión municipal, se acusa directamente de un déficit de dinero público.
Quizá por ello intentó una cortina de humo: acusar la intención de endeudamiento del panismo que los echó del gobierno en la elección de junio pasado.
En su favor, podrá argumentar que por primera vez se saldó una deuda, aún y cuando es notorio el ineficaz gobierno trianual, incapaz de ejercer completo el presupuesto, lo que obligó a que aplicara otra vez la Ley de Disciplina Financiera: peso público no utilizado va a saldar deudas del pasado.
La línea argumentativa utilizada adolece de mucho, como la congruencia. Sobre todo cuando se busca la opinión favorable de un público que no es exactamente estúpido.
parabolica.mx escribe Fernando Maldonado