Como un oráculo, durante más de 30 años, Javier López Díaz habló a su enorme audiencia como pocos comunicadores han podido hacerlo, sin poses ni pedantería, sin necesidad de fingir la voz. El sello característico fue su estilo y oportunidad.
Sorprendido por la velocidad y ritmo de su programa, de 5:30 a 10:00 de la mañana, una ocasión le pregunté cómo era el final de una jornada matutina y respondió sin pose alguna: uff, y rió.
Su autenticidad detrás del micrófono era la misma que en persona. Era frecuente encontrar en la calle a mujeres y hombres decir: “lo dijo López Díaz”.
Esa afirmación era suficiente para dar carta de veracidad a cualquier acontecimiento narrado desde la radio, incluso la ocasión en que habló de la caída de un helicóptero en la zona de Las Ánimas que nadie después encontró, pero que alimentó la picardía poblana.
Nada de eso desanimaba a la audiencia de la que no se pudo despedir la víspera por el infarto que apagó su voz.
El éxito rotundo desde la casa radiofónica que habitó hasta este martes lo mantuvo en el pico más alto de la preferencia. El director del Buró de Estrategias y Análisis del Poder, Rodolfo Rivera Pacheco, que durante largo tiempo ha medido preferencias en medios, lo tuvo siempre como inalcanzable en audiencia y eso también despertó envidia mal sana.
No por casualidad, sino por talento y empeño, como se forja el buen periodista en la batalla diaria, fue una referencia verdaderamente infaltable.
La clase política buscó siempre un espacio mínimo en su programa que con tino mercadológico se llamó “Buenos días con López Díaz”. En tiempo de campaña, el necesitado de reconociendo y votos fue a su programa de la mañana.
Fue gentil y atento, pero siempre mejor para meter puya e ironía que sólo da la agilidad mental. Fue punzante para la chanza, de ello lo saben sus amigos de verdad: Juan Carlos Valerio, director de noticias en Imagen Puebla; Carlos Martín Huerta, en Grupo ACIR, e Ismael Ríos, el maestro de periodismo en el aula, que también dio cátedra de ética en un oficio que adolece de ese valor, fallecido en septiembre del 2020.
Deja un hueco enorme la partida de Javier López Díaz. Quizá la mejor definición la plasmó el escritor YusselDardón, cuando a través de su cuenta de Twitter expresó: “Será el sereno pero Puebla ni de lejos se imaginó algún día quedarse sin Javier López Díaz”.
Difícil el periodo en el que se tiene que decir adiós a los afectos que se recogen en el camino, como el llamado Rey del Rating, porque es la continuación de un triste periodo de nuestras vidas, lleno de luto, tristeza y resignación.
Ismael Ríos Delgadillo, en septiembre de 2020; en abril del 2021, el director de Grupo Fórmula, Arturo González Orduño; ahora tocó a López Díaz, pero en enero del año pasado se adelantó el decano del periodismo radiofónico, Enrique Montero Ponce.
Hay espacios que se cierran, micrófonos que se apagan y plumas que dejan de publicar con el particular estilo de cada uno de los ausentes. Algún día hemos de reconocerlos sin envidia insana por la sola bondad con la que se distinguieron.
@FerMaldonadoMX