Pasadas unas dos horas y media de que Andrés Manuel López Obrador había terminado de pronunciar su discurso en el Zócalo de la Ciudad de México, la tendencia en redes con la etiqueta #AMLOFest era abrumadora.

Sólo en la red social Twitter, a la que el propio líder de la Cuarta Transformación había calificado hace algunos meses de pro panista, tenía caso 70 mil menciones; mientras que otra ocupaba el segundo lugar en las tendencias, #EsUnHonorEstarConObrador, con unos 32 mil menciones.

En contraparte, hubo una pálida expresión frente al portento digital del presidente López Obrador, con un #InformeDelPayaso, con un poco más de 8 mil menciones y 2 mil 700 con #acarreados, en referencia de la logística desplegada para llevar gente a la plancha capitalina.

Sólo la historia juzgará al tabasqueño que se impuso en 2018 al modelo político que protagonizaron los emisarios del pasado, bajo las siglas de los partidos Revolucionario Institucional y Acción Nacional.

Algunos de sus legisladores y liderazgos que jugaron juntos en la elección de junio de este año intentaron una campaña que decía Tres años perdidos, con una evidente referencia a la forma de ejercer el poder del fundador del Movimiento de Regeneración Nacional.

Un viejo compañero de lucha, como Miguel Barbosa, se refirió la mañana del miércoles, por segundo día consecutivo, a los “coletazos” de los corruptos a la hora de terminar con los privilegios.

En el plano federal y en las entidades que ahora gobierna el partido político del mandatario federal, se enfrenta todos los días una resistencia política que alcanza a élites empresariales en la búsqueda de regresar al estado de cosas que privó antes de la elección del primer domingo de julio de 2018.

No es sino la continuación de la historia fundacional de la República. Desde sus orígenes, México ha visto combatir con las armas o con ideología, cuál de los dos caminos es más conveniente para la vida pública de este país.

López Obrador dijo ayer “que se vayan al carajo” las élites que utilizaron la contratación de deuda a despecho de una sociedad generalmente empobrecida.

Símil de cuando en ese mismo zócalo, López Obrador llamó a Vicente Fox “cállate chachalaca” en la crisis post electoral de 2006, ya como Jefe del Estado mexicano, volvió a encender el ánimo de la plancha repleta de seguidores la tarde de este miércoles.

Estamos ante el cambio de un conjunto de paradigmas. Una generación de políticos cuya lógica es la disrupción como síntoma inequívoco de haberse forjado en la lucha callejera y en asambleas populares de la izquierda.

Lejos de entenderlo, la oposición aglutinada en los partidos de corte tradicional y sus aliados enquistados en el Consejo Coordinador Empresarial y la Confederación Patronal de la República Mexicana, sigue extraviada, sin poder generar más que distanciamiento social.

López Obrador y su equipo parecen haber entendido muy bien la interacción con un segmento en México que sigue enfadado con ese grupo que pasó por alto las verdaderas causas del enojo general.

 

@FerMaldonadoMX

Parabolica.mx escribe Fernando Maldonado