No estuvieron todos los que fueron y algunos de los que fueron, podrían volver a estar. Fue una reunión de viejos amigos que labraron la añeja relación con el paso del tiempo, una vez pasada la efervescencia del momento y militancias antagónicas.
Una figura en esa reunión, en una casona de descanso en Atlixco, levantó la especulación: el senador Alejandro Armenta Mier, el más aventajado de la tempranera carrera por la sucesión en Casa Puebla en 2024.
Por eso levantó ámpula y mucho revuelo, sospecha y hasta cierta envidia en la clase política local que ya ocupa tiempo en demasía en intentar adivinar el futuro a partir de reacomodos de fuerzas y liderazgos en diversas trincheras.
Fue la comida que cada año convoca a quienes coincidieron en la LV Legislatura local con perfiles tan diversos como Roberto Grajales Espina, magistrado en el Tribunal Superior de Justicia; o Humberto Vázquez Arroyo, extitular de Seguridad Pública, y quien prácticamente se ha exiliado de Puebla.
Lo mismo Juan Manuel Vega Rayet, exdirigente del Comité Directivo Estatal del PRI, malqueriente ahora de ese partido y anfitrión en esta reunión; o Jesús Encinas Meneses, exmilitante del Partido Acción Nacional, a quien la picaresca llamó la “amenaza elegante”.
En esa Legislatura, hace 19 años, el PRI aún disponía de una maquinaria que le dotaba de mayorías amplias en espacios de deliberación, como el Congreso de Puebla, con 25 curules, seguido del Partido Acción Nacional con 10 y Convergencia con tres; Verde Ecologista uno; y PT con uno.
Desde ese periodo a la fecha, el mapa político es diametralmente diferente: PRI y PAN, juntos o por separado, parecen estar muy lejos de disputar el poder en el terreno electoral al Movimiento de Regeneración Nacional, que ahora tiene una amplia mayoría en congresos y gubernaturas.
Ahí estuvieron Armenta Mier, presidente de la Comisión de Hacienda en el Senado de la República y febril viajero por los municipios poblanos, y el exsubsecretario de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, Juan Carlos Lastiri Quirós.
Algunos de los asistentes están y otros, con matices, buscarán regresar a la escena, con cargos de responsabilidad política o la función pública.
A otros, en cambio, parece improbable. De esa Legislatura, quizás una de las que se distinguió por el alto perfil de sus integrantes, están fuera de toda probabilidad, por convicción o conveniencia política, por el retiro voluntario o la jubilación forzada.
Uno de ellos, radicado en España, Ángel Alonso Díaz-Caneja, el panista que llegó a poseer uno de los grupos más sólidos en el interior de ese partido político; Mario Montero Serrano, el priista que ocupó toda cartera dentro del Revolucionario Institucional y en la función pública, hoy vive su retiro dedicado a sus actividades notariales.
El priísta Carlos Meza Viveros o el excandidato a gobernador por el PRI en 2010, Javier López Zavala, ambos igualmente distanciados de las tareas partidistas; o Leonor Popócatl, una de las panistas que más influencia tuvo en Atlixco, también en el retiro. No fueron todos los que estuvieron, pero muchos de ellos volverán porque, por lo que se ve, la mesa está puesta.
@FerMaldonadoMX
parabolica.mx escribe Fernando Maldonado