En Puebla no sólo vivimos con un alto grado estrés y ansiedad, sino de desconfianza hacia prácticamente todas las instituciones públicas y privadas.

La burra no era arisca, pero la hicieron, dice un dicho de nuestro filosófico refranero popular que recoge con precisión del termómetro social.

Es lo que trasluce según el resultado de un estudio realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, cuyo título resulta más que sugerente: Encuesta Nacional de Bienestar 2021.

Nada tiene que ver con el nombre del programa clientelar de la Cuarta Transformación, que se apropió del término con habilidad mercadológica, sino del ánimo social del México de nuestros días.

Y es que es en realidad el país el que vive con un profundo sentido de desconfianza, justificada plenamente a la luz de un conjunto de personajes que durante décadas han pervertido el poder y servicio público, instrumentos ambos de la siempre perfectible democracia.

Según este estudio que recogió la opinión de más de 34 mil familias en todo el país, la gente tiene claramente identificada la fuente de su desprecio, y tampoco hay que tener un tratado de ciencia política para ubicarlos.

La mayor desconfianza se centra en cuatro entidades: partidos políticos, que tienen el menor rango de aprecio con 3.53 por ciento de los entrevistados, seguido de cuerpos policiacos municipales.

La gente parece confiar menos en quienes integran el aparato partidario, responsable de postular a nuestros gobernantes, que en los uniformados con macana en localidades.

Pero también están los servidores públicos y ahí habría que ubicar a gobernadores y presidentes municipales, con un 3.83 por ciento, y también se ubican por debajo de otros uniformados: los policías estatales, que alcanzaron un nada despreciable 4.37 por ciento.

Llama la atención que aun cuando estos entes han hecho esfuerzos notables para ganar la confianza de la sociedad, exista un arraigado sentido de desconfianza y rechazo.

Otro rubro que llama la atención es el de los legisladores y legisladoras. Representantes populares se definen, pero de frente a la gente no es más que un cliché.

La sociedad en general en México descree de suyos representantes, diputados y senadores por igual están en el sótano de la confianza con apenas un 4.42 por ciento.

Los legisladores, que en general hacen leyes y realizan tareas de gestión para distritos y estados están por debajo de los niveles de confianza de ministerios públicos y procuradurías, con 4.74; o de juzgados y tribunales, con 4.96 puntos.

En el apartado “Promedio de satisfacción con espectros específicos”, también se refleja la radiografía del sentido general respecto a servidores y autoridades, según expone la encuesta ANBIARE 2021.

Mujeres y hombres tienen una poca estima por aspectos como la seguridad ciudadana (6.58); servicios públicos (6.71); país (7.23) y nivel de vida (7.52), de un total de 17 indicadores entre los cuales destaca el de la vida familiar (9.5).

La desconfianza que todos tenemos, todos la hemos edificado con tesón. Los medios de comunicación también tienen un mediocre sentido de confianza con un poco más de 5 puntos.

¿Feliz fin de semana?

 

@FerMaldonadoMX

parabolica.mx escribe Fernando Maldonado